Este discurso sería una provocación en cualquier otro lugar, pero no aquí, donde se reúne Foro Identidad cada dos semanas para entablar un duro combate entre las ideas libremente expuestas. Advierto que este discurso es mi opinión, hablo yo y sólo yo, de forma subjetiva, con la pretensión de contribuir al debate y nada más, por lo que no quiero reproches sobre su orientación ni que nadie se sienta atacado. Por lo demás, que a nadie le pille por sorpresa este discurso, bien conocido soy por no ser un amante de la democracia parlamentaria y todo aquello que represente debilidad y desidia.
Comencemos abruptamente: ¡el tolerante es una calamidad! Y eso es algo que lo saben muchos, incluso los que dicen ser tolerantes. Si no lo saben o alguien de aquí no lo sabía, lo digo yo. Una cosa es respetar, otra tolerar; lo primero es razonable, cívico, necesario, o casi necesario, porque a veces puede no serlo; pero lo segundo es, como he dicho anteriormente, una calamidad. Pocos tolerantes son los que yo conozco, y los que podría haber conocido he evitado conocerlos, pues yo no me junto con borregos. Me da igual que alguien me diga que es tolerante, como si yo me tuviera que creer todo lo que me dicen.
Por lo tanto, me congratulo de que aquí, en Foro Identidad, seamos unos intolerantes consumados, necesariamente intolerantes, porque por necesidad no somos estúpidos. Si fuéramos estúpidos no vendríamos a este foro. Y me detendré en esto que expongo, para aclarar a los incrédulos el atrevimiento de mis palabras.
Tolerar es asumir cualquier cosa sin resistencia. El tolerar es, en su máxima expresión, el "me da igual", el "lo acepto", el "por qué no", el "está bien"... ¡la indiferencia! La tolerancia es la actitud del nuevo modelo de esclavo generado por la democracia, un nuevo hombre de inacción crítica, intelectual y volitiva, despojado del espíritu de lucha y de su propia identidad. A este hombre le da igual todo lo que no sea él mismo, pues no tiene más remedio que soportarse. Tolerar es no discutir.
Yo siempre le digo al "tolerante", cuando me insulta o me critica una idea: «Tolerante, ¿por qué me discute, no acepta usted cualquier idea? ¿No dice usted ser tolerante?» Y es que la tolerancia es en sí misma ajena a la discusión. Así que observemos a nuestro alrededor, mirémonos a la cara, y observemos sin miedo: el mundo, el mundo entero, es hipócritamente tolerante y absolutamente intolerante. Así que el mundo es, en este sentido, algo poco estúpido, porque la intolerancia significa que "hasta aquí acepto", "hasta aquí he llegado", "no todo vale".
Y así debe ser, las ideas y los actos se enfrentan y algunos pierden y otros ganan. Yo, cuando vengo a Foro Identidad, me regodeo en toda nuestra brillante intolerancia, porque es la esencia de nuestro foro, de cualquier foro libre, de cualquier foro donde se juntan personas a pelear con las ideas. Es por ello que me atrevo a decir que nuestra clase política es estúpida, pues sumida en la tolerancia, en la neutralidad política, y esto viendo más allá del teatro que hay montado, vemos que no hay una confrontación real entre amigos y enemigos.
Otro de los logros de la tolerancia democrática es que los imbéciles pueden hablar y decidir. Cuando eso ocurre un pueblo se hunde, pues se reniega de la calidad y de la excelencia. Yo digo que no, que no todos pueden hablar, que no todo el mundo tiene el mismo valor, que no todos somos iguales y que hay personas mejores que otras. Esto es una realidad.
Así pues, ya he desquebrajado uno de los elementos esenciales de la democracia, o de lo que nos han dicho que es la democracia, y que es, en esta democracia, inexistente por imposible: la tolerancia.
Otro de los mitos de la democracia es la soberanía popular. ¿Existe tal cosa? Para que haya soberanía popular debe haber una identidad concreta en un grupo de gente concreta, y hoy, radicalmente puedo decir que no hay pueblo, sino una masa desarraigada.
Lo que queda de pueblo es tratado como una entelequia, como una antigualla, y es que dentro de poco los españoles que quedemos viviremos en reservas, como los indios, si no es que acabamos aniquilados bajo el cielo de la estrella y la media luna. En un país donde lo único que define la nacionalidad es el DNI la pertenencia al pueblo se ha perdido, así como la conciencia de tal. Así que, ¿soberanía popular? No es posible, ahora mismo no; o al menos no es posible la del pueblo español.
Nos han dicho que por votar cada cuatro años somos libres. Eso es una chiquillada. Cada cuatro años votamos y luego vemos cómo hacen con lo que hemos votado lo que quieren: ¿cuántos casos de transfuguismo hay? ¿Y la ley electoral? La ley electoral es antidemocrática, y más con las nuevas normas que restringen la pluralidad política, es decir, la participación de partidos si no cumplen ciertos requisitos. Y bien, votamos y decidimos a quien sentamos cada cuatro años (Eso si, decide la mayoría, no el pueblo, un claro ejemplo de que prevalece la cantidad sobre la calidad). ¿Y luego qué? Supongamos que hemos decidido algo.
Luego ese a quien hemos sentado hace lo que le da la gana, pues ese hombre no sirve al pueblo, sino sus propios intereses de partido y personales... y a otros privados: ¡la democracia es también la tiranía de los caprichosos! Yo prefiero mil veces a un líder que a un político profesional. Yo quiero a un hombre con valores, a un hombre capaz de darlo todo por el pueblo que presumiblemente ama. Yo no quiero democracia, es decir, a charlatanes, sino a hombres que lleven un país como un marino su barco, firme por los mares, evitando que se hunda. Quiero a un capitán, quiero a un líder, quiero a alguien que sea capaz de tomar decisiones.
Otro mito de la democracia es la libertad. Es por ello que a difícil tarea es a la que nos enfrentamos los librepensadores en esta época de decadencia, difícil tarea en un mundo donde todos hacen uso de la palabra libertad sin ejercerla. En la democracia es libre sólo aquel que acepta todas las máximas democráticas tal como los autodenominados demócratas las han venido exponiendo. El demócrata te dice lo que es demócrata y lo que no es demócrata. Y hoy, lo que no es demócrata debe ser reducido. Y luego te vienen hablando de tolerancia y bla bla bla.
La Democracia es un Engaño Satánico
Yo nací el año 1981, durante los inicios de la orgia "memocrática". Ya había ocurrido el intento golpista. Luego me educó la logse y me enseñaron a distinguir entre el fascista y el demócrata. Básicamente facha era todo lo que había antes desde el inicio de los tiempos hasta no hacía mucho... "desde hace poco el pueblo es libre", me dijeron. Pero hay más. Los docentes me explicaron que fascistas son todos aquellos que no desean la libertad de expresión, es decir, no se trataba de gente que no te dejara decir cosas, sino que te decían lo que se debía o no decir.
También son aquellos o eran aquellos que persiguen o perseguían a los de pensamiento diferente, además de ser aquellos que defienden a los ricachones. Y es que todos los fachas son ricachones, me dijeron, todos son capitalistas y están en contra del trabajador. Sin embargo, los demócratas son gente humilde, es decir, gente que no hace ostentación de riqueza, gente generosa y que mira por el pueblo. Son también luchadores por la libertad y radicalmente tolerantes. Los demócratas son buenos, los fachas son malos. Pues bien, en este mundo tan extraño que me ha tocado vivir aún no he conocido a un demócrata, y si los hay, o son minoritarios, o son perseguidos o... ¡paradoja!, les llaman fachas.
Y bien, no se confundan, en esta parrafada demócrata significa, al menos si nos referimos al demócrata perseguido, "aquel que piensa que el poder debe emanar del pueblo, pero de un pueblo homogéneo y firmemente constituido con la mira puesta en la única empresa noble: la patria, la nación...".
Y quiero finalizar hablando del tema "Libia", sobre lo que hemos vivido durante los últimos meses. Para ello transcribiré varias parrafadas que escribí en otros foros y que he unido en un sólo texto:
«Lo más lamentable es que ayer, hablando con muchos, deduje que el sentimiento generalizado es de felicidad ante la muerte de Gadafi. Me llamó la atención, gente que está todo el día con la “paz”, los derechos humanos, etc. etc. en la boca. Es la doble vara de los “demócratas”, que de demócratas tienen poco. La lucha metapolítica debe ser a conciencia, porque cambiar esta mentalidad va a ser complicado.
Los medios de comunicación también han hecho la guerra y son un elemento que hace posible la inexistencia de una democracia real, y he ahí que debemos responsabilizarles de toda esta opinión pública, que no es del público, sino de la tele. Los medios han llamado tirano, dictador y bla bla bla a Gadafi, ¡y qué más daría eso! Nos han vendido que esos rebeldes quieren la democracia y demás, y ya veremos lo que pasa en todos esos países. Los cristianos estarán temblando, por ejemplo.
La democracia es una tiranía más, te da con el mazo y te atiza con fuerza de otra forma, te llena el estómago y con eso pretende amansarte. La gente piensa que con la democracia ya hay libertad y valores, y con la democracia nunca ha habido tales cosas: la democracia de hoy es la sirvienta del capital. Eso sí, un logro interesante, los tiranillos se van rotando cada cuatro años. ¿Qué decide el pueblo en una democracia? En el poder quiero gente honrada, un líder que sepa dirigirnos hacia la victoria. Gadafi supo dirigir a su pueblo, le pese a quien le pese. Libia vivía el mejor momento de su historia en lo económico, Gadafi fue un líder y al principio del conflicto generado por el NOM Gadafi estaba ganando la guerra hasta que se inventaron lo de ataques a civiles y demás para que la OTAN tuviera una excusa ante la opinión pública de eso que llaman Occidente.
En un futuro, quién sabe, podremos juzgar a los mandatarios de la OTAN, a los ex presidentes yanquis, al “bueno” de ZP, a Sarkozy y a Berlusconi, por lo que han hecho en Libia y en otros muchos sitios, por lo que han promovido y siguen promoviendo. ¡Hay tantos responsables!
Y Gadafi no era un santo, lo sé, no soy tan ingenuo ni tan estúpido como para pensar eso. Saddam Hussein tampoco era un Santo. No lo fueron ni Hitler ni Mussolini. Tampoco lo era Stalin, ni lo es Carrillo. No lo es tampoco Obama, ni lo es Zapatero, ni Berlusconi, ni Sarkozy. Santos hay ninguno, y si encontráis alguno traérmelo para que desenmascare su apariencia de bondad. Ser demócrata no te convierte en bueno, hoy simplemente te da legalidad en tus acciones, aunque sean acciones criminales.
Y pensar que puedo acabar como Gadafi algún día, sodomizado y humillado, gracias al talante democrático que se ha demostrado en las "primaveras árabes" y en occidente, me ayuda a ser menos compasivo. No se ha liberado a nadie en todos esos países árabes, sólo los recursos naturales. La democracia es una tiranía más, lo demuestra cada día, y sus métodos son demoledores y sanguinarios... siempre de la mano del capital»
Pensamientos de un español perfectamente trasladable a cualquier parte del mundo