no tenemos más derechos
que aquellos que podamos conquistar
con la fuerza de nuestros pies y nuestras manos
no tenemos nada más
que aquello por lo que estemos dispuestos a perderlo todo(Carlos S. Almeida, en Kriptópolis)
Desde Kriptópolis hemos venido realizando un seguimiento bastante exhaustivo del caso de Gary McKinnon,
el ciudadano británico que los Estados Unidos pretenden sea extraditado
a este país para ser juzgado por sus intrusiones en ordenadores de
instituciones norteamericanas.
Al parecer el kafkiano proceso político-legal de su extradición ha
concluido, y lo ha hecho con el peor de los resultados posibles: McKinnon será extraditado a Estados Unidos para ser juzgado por presuntos delitos cometidos desde Inglaterra.
En definitiva; un ciudadano europeo (hoy apellidado McKinnon, pero
que mañana puede ser Martínez o Martinelli) va a ser entregado a un
país extranjero que viola el derecho internacional a su antojo y donde
existen la pena de muerte, los reductos penitenciarios extralegales y
otras aberraciones impropias de cualquier país civilizado.
¿Exagerado? Me permito recordar que determinados fiscales de New Jersey afirmaron que "freirían" a McKinnon, en clara alusión a la silla eléctrica.
¿McKinnon somos todos, dije? No; McKinnon es el primero. El resto
sólo somos un atajo de cobardes y miserables, que no merecemos mejor
suerte.