Stéphanne Hessel (izquierda) y José Luis Sampedro. Parece que a nadie se le ha ocurrido que para nosotros los jóvenes, estos viejos destruidos, trajeados, multimillonarios, ex-banqueros, ex-políticos, masones y políticamente correctos, representan el viejo orden, un cúmulo de ideas aberrantes, desafortunadas, injustas y malogradas, por cuya culpa estamos ahora como estamos. Que ahora estos moribundos pretendan meterse en el bolsillo a toda reacción popular, no produce buena espina.
• Eduard Punset es otro proletario muy raro: estudió en Los Ángeles y Londres en centros de prestigio internacional, militó en el Partido Comunista de España, fue redactor económico de la cadena británica BBC, economista del Fondo Monetario Internacional, miembro del consejo de administración de la megaempresa hotelera Sol Meliá (que ha tenido un papel importantísimo en el desarrollo de la burbuja inmobiliaria), y un gran etcétera de puestos de alta responsabilidad que lo convierten en una obvia figura “del sistema”, integrante de esa despreciable élite endogámica y cleptocrática, que nada debería decirle al pueblo porque no tiene ni repajolera idea de los problemas del pueblo. Este viejo —que no hace más que aparecer en los medios de comunicación oficiales— ha dejado clara su adscripción a la globalización y al Nuevo Orden declarando que “lo lógico sería que hubiera un gobierno mundial”, ya que “no tiene sentido que cada país vaya a su bola”.
Tomasz Szabelewski. De origen judeo-polaco, educado en Londres y en Cambridge, supuesto portavoz del movimiento 15-M y “consultor de negocios” (Business Consultant) de la Fundación Everis y de Horus Strategy [2], dos think-tanks de la globalización.
Martin Varsavsky, multimillonario argentino de origen judío, educado en las mejores universidades de Estados Unidos, y fundador de compañías como Jazztel, ya.com., Medicorp Sciences (dedicada a los fraudulentos “tests del SIDA”, que acaban enganchando a la gente a productos como el AZT). Martin Varsavsky tiene claros lazos con la familia Rockefeller, a través de la Safe Democracy Foundation (desde la que se alentaba a una “revolución” en la Unión Europea bastante antes del 15-M, y de la que Varsavsky es presidente), la Clinton Foundation (propagadora del negocio del SIDA, del cual la familia Rockefeller es la mayor beneficiada) y One Voice (plataforma sionista patrocinada por la Fundación Soros, y en la que Varsavsky es parte del consejo administrativo). La Fundación Rockefeller, que en el pasado ya patrocinó otras operaciones de ingeniería social (como el feminismo) patrocina todos estos organismos. [4]
En el escrito de Varsavsky Así me uno a nolesvotes, titulado “La pureza está en la mezcla” (interesante título teniendo en cuenta que su autor pertenece a una minoría endogámica, la judía, que lleva milenios preservando su identidad celosamente y que sigue haciéndolo), podemos ver por dónde van los tiros. Varsavsky se queja, entre otras cosas, de “un gobierno incapaz de hacer a España ganar el verdadero mundial, que es el de la globalización”. No dice ni una palabra contra las oligarquías capitalistas, contra Emilio Botín, contra Francisco González, contra la inmoralidad del capitalismo usurero, contra “los mercados”, contra la creación de dinero-deuda de la nada, contra el interés o a favor de una profunda reforma monetaria y una autarquía económica. Al contrario, sólo parece interesado en que España sea una provincia “más ejemplar” del imperio globalista. Para eso, el Estado debe ser desmantelado —los gastos psicotrópicos de este gobierno deberían ser más que suficiente para dar mala fama a las ayudas sociales. Varsavsky proporcionó WiFi gratuito a las diversas asambleas de “indignados”.
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