El momento difícil que el enemigo de la Verdad nos quiere hacer pasar, nos ayuda y fortalece. Con semejantes acciones ellos se envilecen y a nosotros ennoblecen. Mal negocio el suyo, pues cuantos más libros secuestran mayor es el interés que despiertan esos mismos al público, como a mayor número de personas encerradas por causas parecidas a la mía, más curiosidad despiertan en la sociedad estos nuevos heterodoxos.
Así pues, mentira, ¿dónde está tu victoria?
No importa lo masiva y bien organizada que sea tu propaganda. A largo plazo la Verdad acaba por imponerse.
¿Creen que ocupan los resortes del poder?¿Que puede encontrar algún juez corrupto? ¿Que han creado fiscalías ideológico-políticas al efecto? ¿Qué tienen sus agentes infiltrados en los medios de comunicación para manipular la opinión pública? Vivimos en una sociedad abierta y al final todo se sabe. ¿Quiénes son? “Por sus hechos los conoceréis”, nos advertía el Salvador.
Recientemente el gobernador israelí de Connecticut, Joe Lieberman, anunciaba la necesidad de desconectar Internet a nivel nacional en EEUU, como ya se ha hecho en China y recientemente en Egipto. ¡Ojo al parche!, pues los tiros van esa dirección. Y sin embargo, ¿qué tiranía consiguió en la Historia la absoluta impermeabilidad del disidente hacia el exterior? Ni siquiera la extinta URSS con su feroz sistema de represión pudo doblegar a un Solzhenitsyn. Ahora los mismos que impulsaron allí el más brutal de los aparatos opresores están implantando en Occidente una segunda edición del mismo.
¿Para qué si no las “leyes del bozal” que se extienden como el aceite por Europa? ¿Qué necesidad tendríamos de un interruptor que desconectase Internet con un simple gesto? ¿Para quiénes están construidos los recientes campos de concentración en EEUU?¿Qué otro sentido tendrían esas medidas sino recortar las libertades civiles a largo plazo? Incluso la tradicional defensa popular del estado helvético, que requiere que cada ciudadano en edad militar posea en casa su armamento reglamentario (lo que nunca fue un problema para los suizos), será modificada para que los autóctonos no puedan defenderse del poder globalizante.
¿Qué sentido tendrían los repetidos secuestros de libros en un país donde, como España, no existe un índice de libros prohibidos? ¿Por qué ese interés en encerrar al editor que esto suscribe?
Tristes personajes éstos que abanderan la lucha por el progresismo, palabra sin duda atractiva pero carente de contenido porque no son otra cosa que los ejecutores de los designios del poder real. Y, como siempre ocurre, ellos mismos serán un día defenestrados, el día que dejen de ser marionetas útiles o despierten ante la incongruencia entre lo que dicen y lo que hacen.
Si realmente buscan la Verdad, estamos del mismo lado y no rehuirán el debate, pero si responden intentando neutralizar a quien les contradice, se ponen en evidencia.
No hacen sino dar coces contra el aguijón, creen habernos puesto en crisis pero, como es sabido, cualquier crisis es una buena oportunidad si sabes aprovecharla. Sin darse cuenta les hemos conducido a nuestro campo y ellos, no nosotros, han despertado un interés que puede convertirse en oportunidad y luego en ventaja.
Cierto, les hemos criticado duramente. ¿Habría de ser de otro modo? No olvidemos que el derecho a la legítima defensa es de comprensión general, y acorralado injustamente el gato se defiende boca arriba. Pero tras toda crítica existe una intención positiva si se es capaz de leer entre líneas. Si el debate fuera equitativo, cualquiera de las partes detectaría esa positividad e intentaría compartir puntos de la misma, porque hay que buscar y encontrar esos puntos en común que, de seguro, existen.
Pero si sólo es el titular lo que buscan para aniquilar al de enfrente, no llegarán a ninguna parte. Nosotros no hemos obligado, ni obligamos, ni obligaremos nunca a nadie a comprar nuestros libros. Nuestras puertas están abiertas, no sólo a los que quieren identificarse con lo que decimos sino a todos en general.
¿Cómo terminará este combate? Si no lo adivinan, se lo puedo adelantar
Confiados en sus resortes, creerán habernos aniquilado para siempre pero seguirán sin entender que no se trata de un negocio, una actividad editorial o un francotirador y sus “locuras”, sino de una cuestión de principios.
Aceptar que nos pueden pisotear sería suicida por lo que no lo consentiremos, lo afirmo por si había alguna duda.
Ellos pueden secuestrar libros, destruirlos y encerrar al editor, pero eso es un planteamiento meramente material y nosotros partimos de un punto de vista diametralmente opuesto: el de la invencibilidad del Espíritu.
Así pues, como afirman nuestros clásicos: «Al rey la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios...» ¡¡Sea!!
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