«El pueblo judío, en tanto que colectividad, será su propio Mesías. Su dominación sobre el mundo será realizada por la unión de las otras razas humanas, la eliminación de las fronteras y de las monarquías, que son los bastiones del particularismo y por la constitución de una república mundial, en el seno de la cual los judíos gozarán de sus derechos. En esta nueva organización de la humanidad, los hijos de Israel, hoy dispersos por todo el mundo, podrán convertirse por todas partes en el elemento dirigente, sobre todo cuando logren situar a las masas obreras bajo el firme control de algunos de ellos. Los gobiernos de los pueblos forman la república mundial, con la ayuda del proletariado, sin que este reclame esfuerzos, caerán todos en manos de los judíos. La propiedad privada podrá ser sometida entonces a los gobiernos de la raza judía, que administrarán los bienes del Estado. Así será realizada la promesa del Talmud, según la cual los judíos, cuando el tiempo haya llegado, poseerán las llaves de los bienes de todos los pueblos de la tierra»
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