Un gato llamó a una ratita escondida bajo el piso: “¡Acércate, ratita mía, no temas! Me he convertido al vegetarismo, me estoy preparando para la santidad, puedes andar libremente”. ¡Albricias! gritó la ratita y salió corriendo de su agujero; el reloj de la eternidad dio un mínimo paso, y la ratita se halló entre las gatunas garras, prosigue la fábula de Nizami.
Eso es lo que está pasando en Gaza, con la crisis que empezó cuando Israel anunció a bombo y platillo pero con toda falsedad su “retirada” de Gaza durante el verano de 2005 y a continuación su beneplácito no menos falso a una elecciones democráticas para el gobierno palestino.
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