lunes, 5 de junio de 2006

PARADISE NOW

Confesiones de un agente secreto

(y homenaje a Hany Abu-Assad y su película) [1]

por Israel Shamir


[Este protocolo del interrogatorio del general Dan Yalon por el Comité de Reconciliación -presidente : Mustafa Nashashibi, vicepresidente Yossi Atzmon, secretaria Svetlana Kuznetsova- tiene fecha 12 de junio de 2015, algunos años después de la unificación de Palestina e Israel en un solo Estado, el Reino de Canaán. Sin embargo, esta confesión del último jefe de la seguridad del Estado judío se consideró demasiado sensible, y se pospuso la publicación hasta este año presente de 2035.]




Presidente: Cuéntenos sobre los hombres-bomba de los años 1990 en adelante. ¿Por qué no podían Ustedes impedir estas acciones suicida?


Ayalon: Insisto en recordarle que nada de lo que yo pueda decir puede ser utilizado contra mí, según la ley de Reconciliación nacional. Mi intención es salir libre de este edificio.


Secretaria: sí, ya lo sabemos todos. Hable con toda libertad.


Ayalon : Los ataques suicidas no eran el resultado de nuestra negligencia o impotencia. Al contrario, fueron el mayor éxito nuestro.


Vicepresidente: ¿Qué quiere decir con eso? ¡Murieron cientos de israelíes inocentes!


Ayalon : ¿Recuerda el principio de los años 1990? Después de la victoria electoral de Itzak Rabin, se cortó el paso entre Israel por un lado y Gaza y la Ribera Occidental por el otro; se implementaron puestos de control, y se les prohibió a los trabajadores palestinos ir a trabajar en las ciudades israelíes. En su lugar, se trajo a decenas de miles de trabajadores emigrantes, de Tailandia y China. Los trabajadores palestinos no podían encontrar trabajo si volvían atrás : se encontraban con sus tierras ocupadas por colonos y militares. Expulsados de sus tierras, encerrados en sus propias aldeas y ciudades, los palestinos no tenían más remedio que resistir. No podíamos acabar completamente con la resistencia palestina. Esta era nuestra primera constatación. Teníamos que acompañar y canalizar esta resistencia en alguna forma palpable. Esta era la premisa número dos. Y la tercera era nuestra voluntad de preservar nuestra ventaja principal, su falta relativa de experiencia militar.


Formar a un soldado lleva tiempo; por lo menos unos seis meses, para los principiantes. Un combatiente que ha sobrevivido algunas batallas es más de fiar con diez novatos. Con experiencia, un combatiente se vuelve más audaz y más precavido. Temíamos que, al correr la resistencia, un ejército guerrillero bien entrenado pudiese formarse y poner en peligro nuestro control sobre Palestina.


Presidente: ¡Mentira! En 1993, Arafat volvió a Ramaláy Gaza con miles de combatientes entrenados, que combatieron en Líbano y en Jordania.


Ayalon: Los soldados de Arafat ya habían recibido sus sueldos, y ya no querían pelear. Querían mandar en todo lo que se les permitiese. Tenían que acomodarse a la nueva Palestina, pues el país habían cambiado mucho desde 1967, y tenían poco contacto con el país desde entonces. Por eso el ejército de Arafat no era un problema para nosotros. La gente que nos preocupaba era la juventud de la primera Intifda. Eran atrevidos, valientes, sabían manejarse por todo el país, y no nos tenían miedo alguno. Podíamos quebrarles los brazos, como había ordenado Rabin, pero no el espíritu.


Una vez, durante una sesión de intercambio de ideas en mi oficina, en 1993, dijo Motti, el que era jefe de la sección de operaciones sicológicas :

- No podemos acabar con sus ataques, pero podemos acabar con cada atacante.

- ¿Cómo lograrlo?

- Podemos crear un virus para la autodestrucción e infectar a la juventud con el mismo.

- ¿Qué quieres decir con esto de virus?

- Un virus sistémico, como los que asaltan a los ordenadores. Tenemos el mayor poder en el mundo, el control sobre los medios masivos. Mediante el mismo, glorificaremos a los que mueren, no a los que siguen combatiendo. Lo que quiero decir es lo siguiente : vamos a publicitar sus ataques suicidas, dijo él.


Esta propuesta no tenía sentido, en mi opinión, y así lo dije. Los “ataques suicidas” de los que teníamos noticia en aquellos días eran los que se hacían con coches bomba en el Líbano. Muchas veces, el conductor ni sabía lo que llevaba; en caso contrario, generalmente le quedaba una oportunidad para salvarse. Nuestros dos héroes de 1948 llevaron un camión cargado de explosivos hasta la alcaldía de Jaffa; estaban dispuestos a morir con los enemigos, pero el mecanismo de relojería funcionó de maravillas, fallecieron treinta árabes, mientras nuestros héroes se salvaban. Un ataque suicida cabal suponía un objetivo muy serio, algo por lo cual valiera la pena morir, como la base de los marines estadounidenses en 1983; en este caso, murió el conductor suicida, pero junto con él fueron muertos 250 marines, y esto causó la retirada de las tropas americanas del Líbano.


- No, dijo Motti, no me refiero a coches. Con coches, el terrorista puede salvarse. Debemos animarlos a ceñirse el cuerpo con explosivos.

Esto no me convencía para nada. ¿Dónde ibas a encontrar candidatos tan tontos como para cometer semejante suicido? Ningún árabe puede acercarse a ningún blanco valioso en Israel. No puede penetrar en una base militar, un ministerio o la vivienda de una persona importante. De modo que tiene que apuntar a un blanco de bajo nivel, y un combatiente de alto nivel morirá por eso. ¡Vaya trato, para la resistencia! Pero Motti tenía un plan:


- Para llevarlos a la trampa, deberíamos permitirles algunos éxitos, alguna demostración de buena puntería. Después, cuando se envalentonen, el rendimiento menguará pero alcanzaremos nuestra meta : los mejores, los más nobles y los mas valientes de los palestinos morirán.

Sacó su agenda, y empezó a dibujar el esquema. Su idea era la siguiente : mediante nuestros agentes en la resistencia, convendría enviar a los combatientes a volar autobuses. Conoceríamos sus planes, y los ayudaríamos a cruzar los puestos de control. Al mismo tiempo, nuestros enlaces con los medios puntualizarían nuestra incapacidad para contrarrestar esta amenaza. Se comentaría aquello como “el arma secreta de los árabes”. Un buen diseñador de modas de Tel Aviv crearía un cinturón sexy para el shahid (el mártir). Toda la prensa, todos los canales de televisión hablarían de los mártires. Mucho reportaje, con lo cual resultaría atractivo para los jóvenes siguientes, mientras silenciaríamos cualquier proeza que podría ser realmente peligrosa para nosotros.


Presidente:. ¿Por qué decidió usted utilizar esta técnica precisamente en 1993, y no antes?


Ayalon : Hubo dos razones, pero sólo una se discutió abiertamente. Por aquella época, un movimiento islámico soterrado empezó a organizar una resistencia armada; el movimiento carecía de cuadros experimentados, pero estaba ansioso por mostrar su capacidad. Estaban listos para intentar golpes mayores, y la idea de alcanzar resultados sin necesidad de un largo entrenamiento les fascinaba. También atraían a jóvenes, hombres y mujeres, más orientados espiritualmente, que estaban dispuestos a sacrificar sus vidas.


Vicepresidente: ¿Y fue esta la secunda razón oculta?


Ayalon : Mira, a ninguno no los dos nos caía muy bien Yitzak Rabin, que era del partido laborista de izquierda, ni tampoco nos agradaban los acuerdos de Oslo. Sentíamos que si, al mismo tiempo, nuestro plan podía moverle el piso a la izquierda israelí, y llevar nuevamente al Likud al poder, no estaría mal. ¡Y así fue!


Secretaria : ¿ No tenía usted corazón? ¿Cómo pudo usted autorizar a sus enemigos a matar a los pasajeros inocentes de los autobuses?


Ayalon: Miren, señores, no podíamos canalizar la cólera palestina hasta empantanarla. Alguien tenía que morir, pero nos podíamos dar el lujo de decidir a qué tipo de muerte le podíamos dar la luz verde. Si no les permitiésemos volar a la gentuza que se monta en los atobuses, habrían apuntado a otros objetivos más definidos y de lamentar. Piense en Rehavam Zeevi, el ministro. Lo mataron en un hotel en Jerusalén, y su asesino escapó. Fue un desastre: ¡hoy matan a Gahdhi [el apodo de Zeevi] y mañana le tocará al primer ministro!


Vicepresidente: O a usted mismo.


Ayalon: ¡Claro, a mí también! Podían apuntar a algunos objetivos claves y complicarnos la vida. Dichos objetivos podían parecer justificados ante la opinión extranjera, e incluso a los ojos de los israelíes. Descubrimos un plan para asesinar a los contratistas que edificaron el Muro. Los nombres de los contratistas eran muy conocidos, y no podíamos protegerlos a todos. Dos o tres golpes exitosos bastarían para que ningún otro constructor apareciera para edificar el Muro. Podían apuntar a gente bien conocida por su crueldad. Por ejemplo, un diario israelí publicó una entrevista con “Captain George”, un oficial de Shabak que violó a la prisionera libanesa Dirán. El diario dio las indicaciones suficientes para que se encontrase al tipo, y había un grupo palestino tratando de localizar a “la Bestia”, como lo calificaba el periódico. Otro grupo planificó un ataque al colono Avri Ran que aterrorizaba a los campesinos de Yanun. Podían tomar una página de nuestro libro, y matar a prestigiosos defensores de Israel : editores, periodistas, políticos de Estados Unidos y Europa. Esto habría enfriado a la base que nos apoya a corto plazo, como cuando asesinamos a Lord Moyne en 1944, por aquello de adam karov etzel atzmo, como dice el Talmon : “el hombre cuida de su pellejo antes que nada”. Por esto es que le dimos luz verde a los voladores de autobuses. Sólo una vez que el esquema estuvo implantado, cuando cada chico palestino soñó con la gloria del kamikaze, es que protegimos a los autobuses. Después de esto, los candidatos al suicidio marcaron muy pocos puntos : mercados, lugares frecuentados por vagos, tiendas de comida basura. El kamikaze medio mataba un promedio de 1,4 israelíes, pero además gente pobre, jubilada, gente intrascendente del todo.


Vicepresidente: ¡Cómo podía usted decir esto de sus compatriotas judíos!


Ayalon: Cuando era joven, conocí a Yitzhak Sade, el jefe de Haganah, el héroe de 1948. Le pregunté acerca del M/S Patria, aquél barco de refugiados que él y su gente hundieron en el puerto de Haifa, matando a 250 judíos. ¿Acaso no le remordió la conciencia? Me dijo : a veces tienes que sacrificar judíos, para que el pueblo judío viva eternamente. Pero tratamos de distinguir entre las vidas judías. Por ejemplo, una de nuestras acciones bien planificadas estaba dirigida contra los rusos. Fue un éxito cabal ; las víctimas fueron principalmente inmigrantes rusos no judíos que iban a profanar el shabat en una discoteca a orillas del mar; pero esta explosión sirvió para provocar un acercamiento de la comunidad rusa. Antes de este acontecimiento, sentían muy poca solidaridad con Israel. Más aún, hemos organizado para el mismo día la estancia del ministro de Asuntos extrajeros alemán, Yoshka Fischer, en un hotel y con un dormitorio que tenía vista a la discoteca. No fue fácil: ningún alto oficial había estado alojado nunca en ese hotel, demasiado alejado del centro de Tel Aviv. Pero nuestra gente le convenció de que era más nuevo y más confortable. Allí se quedó, prácticamente presenció la explosión él mismo, y se convirtió en devoto de la causa judía.


Presidente : ¿Cómo pudieron dirigir al kamikaze a este lugar específicamente?


Ayalon: En este caso, el tipo cobraba por nosotros, y no tenía ni idea de que llevaba explosivos en el maletín. Uno de nuestros agentes lo llevó al lugar, y le dijo que entregase el maletín al patrón del club. En otros casos, nuestros agentes dentro de la resistencia dirigieron a los kamikazes. En todo caso, los kamikazes no entendían la sociedad israelí: por eso, un joven estudiante de Naplús, muy prometedor, se mató en pleno mercado del Carmel en Tel Aviv. El pensó que en Tel Aviv, como en Naplús, todo el mundo va a las tiendas del mercado. Y resulta que mató a dos jubilados y a un trabajador temporal chino, además de reventarse él. Claro, no fue una operación segura al 100%, algunas bombas estallaron donde no queríamos, pero igual, no lo volverían a hacer. Los kamikazes siempre morían, y esta era la mejor parte del plan. ¡Imagínese lo que podían haber hecho, en caso contrario! ¿Te acuerdas del sniper aislado de Wadi Haramiyej, que disparó y mató a diez soldados nuestros? Su mayor ventaja fue que actuó solo, ninguno de nuestros agentes pudo informarnos previamente. No intentó morir, sino que procuró matar. ¡Si hubiera habido más combatientes por el estilo, se acababa nuestra autoridad!


Secretaria : Pero los suicidios no sucedieron solamente en Palestina, en Irak y en otras partes igual! ¿ Pretendería usted que también fue un logro suyo?


Ayalon: No, y también fue lo mejor del caso. Una vez que instauramos el esquema, la gente actuó dentro del mismo. En realidad, la gente siempre se amolda a cualquier diseño bien pregonado. Como en aquellos años teníamos una fuerte influencia en los medios del mundo entero (bueno, éramos dueños de gran parte de los mismos, en realidad), podíamos hacer propaganda para todo lo que se nos ocurriese. Si le hubiésemos dado espacio al francotirador de Wadi Haramyeh, al día siguiente eran centenares de jóvenes tratando de emular la hazaña. Por eso hemos borrado su nombre. Al revés, las operaciones suicidas siempre tuvieron la máxima cobertura. De manera divertida, este invento nuestro se convirtió en la marca misma de los musulmanes, aunque antes de 1993 nunca se había sabido de un musulmán que hubiese participado en una acción de este tipo. Los universitarios terminaron de embarrar la cosa, refiriéndose a los herejes de la secta de los Asesinos y a los libaneses que arrojaban coches bomba, aunque estos terroristas sí tenían una posibilidad de salvarse y sobrevivir. También atacaron objetivos grandes y decisivos. Nosotros somos los inventores del único método seguro, a prueba de fuego, para reventar a los mejores jóvenes palestinos y musulmanes, a bajo costo : inoculándoles el virus generado en nuestros medios masivos, el de la autodestrucción.


Presidente : La comisión se va a retirar para deliberar. Por favor, espere aquí. (Unos minutos más tarde): Gracias, general, por su franqueza. Usted valora el hecho de que tantos hombres y mujeres jóvenes, los más finos, los mejores en la juventud palestina, muriesen en esta forma horrible e inútil. El descubrimiento de que cayeron en la trampa de usted les arruinará la vida a sus familiares orgullosos. Además, usted no ha ofrecido prueba alguna que afiance su versión de los hechos : podría ser un juego fantasioso de su mente. Es mejor para todos dejar a los héroes muertos dormir en paz. De acuerdo con el artículo 12b de la ley de Reconciliación, declaro este asunto concluido y sellado, fuera del alcance del público por cincuenta años.


[1] http://www.imdb.com/title/tt0445620/ ["Paradise Now", filme de Hany Abu Assad sobre los hombres bomba.]


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