jueves, 9 de febrero de 2006

Alito y control Israeli, La madre de todas las batallas

LaRouche monta la resistencia contra Cheney y sus nazis

por Jeffrey Steinberg

“Éstos son momentos que ponen a prueba el alma del hombre”, dijo el estadista y economista estadounidense Lyndon H. LaRouche en un discurso que pronunció ante un nutrido auditorio en esta ciudad, y que también se difundió en vivo al mundo entero por internet, con interpretación simultánea al español, el pasado 11 de enero. Las palabras citadas por LaRouche son las que usó Tomás Payne en su opúsculo “Sentido común” para infundirle ánimo al pueblo en los momentos más oscuros de la Revolución Americana.

“Éstos son tiempos sombríos”, le dijo LaRouche a su público en la capital de Estados Unidos, que incluía a un centenar de jóvenes de su Movimiento de Juventudes Larouchistas (MJL), a decenas de legisladores estatales y otros funcionarios públicos, a dirigentes sindicales, y a diplomáticos de Europa, Asia y las Américas.

Su intervención encendió la mecha de la resistencia internacional contra el gallinazi Samuel Alito, nombrado por George W. Bush a la Corte Suprema de EU, resistencia que evidenciaron las manifiestaciones de protesta llevadas a cabo por el MJL en EU, Europa e Iberoamérica, y la amplia cobertura que apareción en los medios, entre ellos la cadena de televisión Univisión, el sitio de internet Bolpress y el diario El País de España.

Alito, dijo LaRouche, probó ser un mentiroso descarado en su testimonio ante el Senado. Además “es miembro de la Sociedad Federalista, que se aglutina en torno a las ideas y la influencia de un hombre, Carl Schmitt, quien forjó el Gobierno de Adolfo Hitler”. De ratificarse el nombramiento de Alito, dijo LaRouche, “tendríamos a cinco magistrados de nueve listos para aprobar un gobierno fascista en EU!” LaRouche dijo que los senadores debían mostrar más agallas, y atacar de frente el peligro de imponer la tradición de Hitler en el Gobierno de EU.

La amenaza que eso representa se vio de nuevo el 19 de enero, cuando el procurador general Alberto Gonzáles emitió una opinión legal de 42 páginas en defensa del espionaje ilegal que el Gobierno de Bush lleva a cabo contra los ciudadanos de EU. El documento de González representa el aserto más radical y más sofista en EU de la doctrina del Führerprinzip (principio del líder) de Schmitt, al insistir que Bush, en su condición de comandante en jefe de las fuerzas armadas, tiene el derecho de tomar medidas “por encima del poder del Congreso de regular”, que le “permitan al Presidente, como mínimo, “la discreción de emplear los incidentes tradicionales del uso de la fuerza militar”, incluyendo todas las capacidades de la Agencia de Seguridad Nacional (ASN) para espiar en EU.

LaRouche comentó que el documento de González prueba el peligro. “Este documento, el que con toda probabilidad fue dictado por el vicepresidente Dick Cheney y su oficial mayor y asesor legal David Addington, simplemente confirma que este Gobierno está en manos de una camarilla fascista. Nadie que le importe el país y esté en sus cabales puede apoyar el nombramiento de Samuel Alito a la Corte Suprema en estas condiciones”. LaRouche se preguntó si “el presidente Bush está dispuesto a pedirle la renuncia a su procurador general por esta violación flagrante del espíritu y la letra de la Constitución de EU”.

Antes LaRouche había dicho que la camarilla de Cheney respondería a la creciente oposición a Alito con “un acto temerario”. Esa arrogancia no sólo la puso de manifiesto el memorando de González, sino que el mismo día de su publicación, Cheney, en un discurso que pronunció en Nueva York, en el Manhattan Institute for Policy Research, vinculado a la Sociedad Mont Pelerin, defendió con insolencia el espionaje a lo interno de EU, y mintió que, “las actividades llevadas a cabo con esta autorización nos han ayudado a detectar y a impedir posibles ataques terroristas contra el pueblo de EU”. Añadió: “Estas medidas corresponden a la autoridad y la responsabilidad que la Constitución y las leyes le conceden al presidente, y son vitales para nuestra seguridad”.

Una mayoría nazi en la Suprema

El mismo día que Cheney despotricaba en Manhattan, LaRouche, en una entrevista con Duke Skorich de la Radio Pública de Wisconsin, reiteró lo que dijo en Washington el 11 de enero de 2006, de que hay que parar la ratificación de Alito, y que le preocupa que algunos demócratas transen ante lo que representa la amenaza más grande contra la Constitución de EU que haya habido en varias generaciones.

“Tenemos a un grupo en EU, organizado en torno a la Universidad de Chicago a principios de los 1980, llamado la Sociedad Federalista —dijo LaRouche—. La Sociedad Federalista se organizó en torno a las ideas de una figura de relieve entre los nazis, Carl Schmitt, quien fue el hombre que elaboró la ley nazi, el fundamento legal que le permitió a Hitler hacerse dictador en vez de mero canciller, y que luego autorizó y sancionó el asesinato de personas tales como el ex Canciller”.

“Esta idea, que aquí le llaman el ‘ejecutivo unitario’ y otras cosas, sencillamente es el mismo criterio que Carl Schmitt usó para darle a los nazis poderes dictatoriales en 1933, de hecho en febrero de 1933 en Alemania. Y Hitler siguió siendo dictador hasta su muerte en 1945. Algo así es lo que están metiendo en EU ahora”.

La reacción de los demócratas

LaRouche dijo que algunos de los demócratas no estaban montando una resistencia eficaz contra Alito, y que unos cuantos tal vez votarían por su ratificación, aunque a regañadientes. Sin embargo, dijo, “éste no es momento de jugar, de seguir la corriente para no buscarse problemas. Éste es uno de esos momentos cuando de verdad, por cuestión de principios, uno se levanta y dice: ‘No vamos a tener una organización nazi o una organización pro nazi en control de la Corte Suprema de EU’. Ése es el dilema”.

“Hay algunos demócratas blandengues, que no entienden con claridad, tal vez, que no quieren entender en algunos casos, pero que no entienden lo que encaramos. Encaramos el potencial, que surge de la crisis financiera internacional, de que alguno trate de hacer lo que hicieron en los 1930: ¡establecer la dictadura! Porque no quiere que los procesos democráticos interfieran con lo que los dictadores quieren hacer con la economía y con otras cosas.

“Hay esta presión contra Irán, este asunto de Siria y demás; ¡más y más guerras! Y el temor que tenemos en Washington es que, de ser ratificado Alito, Cheney y compañía seguirán adelante, y tendremos esas ‘más y más guerras’ que ahora nos esperan en Siria, en Irán, y así por el estilo. Ésta es una situación harto peligrosa, en especial a partir de hoy, a partir de ayer que tenemos esta crisis en el mercado bursátil de Japón, que podría ser, podría ser —ya que estas cosas no son tan simples que uno pueda decir sí o no— el detonador que haga estallar un derrumbe financiero internacional”.

Obstruccionismo parlamentario

LaRouche señaló que algunos de los principales demócratas en el Senado de EU estaban dispuestos a librar una guerra total para derrotar la ratificación de Alito, recurriendo al llamado filibusterismo, es decir, al debate parlamentario obstruccionista. El 18 de enero, una semana después de que la intervención de LaRouche en Washington del 11 de enero echara a andar una campaña nacional para hundir el nombramiento de Alito, los demócratas del Senado se reunieron por primera vez desde su receso de Navidad. Luego de esa reunión varios de ellos, encabezados por el dirigente de la bancada demócrata Harry Reid, y por los senadores Richard Durbin de Illinois, Patrick Leahy de Vermont (vicepresidente de la comisión judicial) y Eduard Kennedy de Massachusetts, hicieron una serie de declaraciones públicas en rechazo al nombramiento de Alito, en las que recalcaron precisamente el asunto del ‘Ejecutivo unitario’ y la Sociedad Federalista que LaRouche había planteado.

En una conferencia de prensa que sostuvo el 19 de enero, Durbin habló de lo que podría ser el meollo de darse una maniobra obstruccionista de los demócratas.“Podríamos impedir que se suspenda el debate si 41 senadores. . . están dispuestos a dar la cara y pelear”.

La actuación de los demócratas junto con aquellos republicanos que le tienen más aprecio a la Constitución, ante la ofensiva de Cheney por imponer una dictadura —es decir, si se atrevían o no a oponerse a Alito, ya fuera con un voto en contra de su ratificación o a favor de continuar el debate indefinidamente a fin de obstruirla—, sería, dijo LaRouche. “la prueba de si la nación tiene o no la capacidad moral de sobrevivir”.

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