martes, 31 de enero de 2006

A proposito de Papeleras, Greenpeace y Conflictos con uruguay




Casualidades? Para NADA!!!

Los ‘doblacucharas’ de Cheney violentan a Sudamérica

Guerra. Caos y guerra es lo que el vicepresidente estadounidense Dick Cheney y su secretario de Defensa Donald Rumsfeld están desatando por toda Sudamérica. Observa con cuidado lo que se traen entre manos.

El timador religioso Pat Robertson aprovechó su programa de televisión del 22 de agosto que transmitió la Christian Broadcasting Network, para pedir con descaro el asesinato del presidente venezolano Hugo Chávez. “Si él [Chavez] piensa que pretendemos asesinarlo, creo que realmente debiéramos actuar y hacerlo. Sale mucho más barato que empezar una guerra”.

En medio del escándalo nacional e internacional que causó, el Departamento de Estado de Bush y Cheney comentó lacónicamente que los comentarios de Robertson eran “inapropiados”. Y Rumsfeld se desentendió del asunto: “Nuestro departamento no hace esa clase de cosas. Él [Robertson] es un ciudadano privado. Los ciudadanos privados dicen toda clase de cosas todo el tiempo”.

Lo que hace particularmente peligrosas las declaraciones de Robertson —una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos de América que el Presidente debería repudiar, como dice Lyndon LaRouche— son otras dos consideraciones.

Primero, Robertson está íntimamente ligado a asesinos “doblacucharas” fundamentalistas como el general “Jerry” Boykin y otros lunáticos extremistas asociados con el vicepresidente Cheney, como documentamos más adelante. Ese grupo está urdiendo un segundo ataque terrorista como el del 11–S para emprender una nueva guerra contra Irán, incluso con armas nucleares tácticas. Robertson, al igual que Jerry Falwell y otros fundamentalistas de la “derecha cristiana”, medraron durante el Gobierno de George H.W. Bush y, en 1995, vino a su rescate financiero nada menos que el infame reverendo Sun Myung Moon, aliado de Bush y viejo agente de las redes nazis ligadas al narcotráfico iberoamericano.

Segundo, los comentarios de Robertson son parte de una ola de ataques que el vicepresidente Cheney y sus aliados doblacucharas como Rumsfeld, quien a mediados de agosto visitó Paraguay y Perú, han emprendido contra las naciones de Sudamérica. Cheney y Rumsfeld —los “Burke y Hare” de Washington— de plano quieren hundir a la región en guerras civiles y fronterizas fratricidas, y en el caos económico, usando a Paraguay como su piedra de toque.

Esos intereses financieros oligárquicos han avanzado mucho en su propósito de crear una serie de Estados fallidos en Sudamérica —al momento de escribir esto, los Gobiernos de Paraguay, Bolivia, Ecuador y Perú penden de un hilo—, como están haciéndolo en el Sudoeste de Asia. Rumsfeld y demás seguido citan dichos “Estados fallidos” o las regiones que definen como “ingobernables”, a modo de justificación para establecer una fuerza militar supranacional que intervendría en tales regiones, dizque para “combatir el terrorismo” o “restablecer el orden”. Pero su verdadera misión sería ultimar la era de los Estados nacionales soberanos y hacerse de todas las materias primas. Dicha fuerza militar supranacional sería el equivalente moderno de la Waffen SS nazi, y se desplegaría con el mismo fin.[FIGURE 1]






Como escribió LaRouche de manera sucinta en un par de memorandos a fines de agosto: “La operación es un elemento fundamental de una máquina de operaciones entrecruzadas, todas dirigidas a que los intereses financieros liberales angloholandeses se apoderen de las materias primas, una operación que tiene como objetivo secundario quebrar y aplastar toda fuerza política nacionalista de América Central y del Sur. Es una operación que induce a los títeres Cheney y Rumsfeld a la misma operación global general que se chupa a toda clase de gente susceptible. . . [Es un] proyecto de eliminación mundial de la existencia del Estado nacional soberano, una amenaza estratégica a los intereses estratégicos vitales de los EUA”.

Como en los siglos 19 y 20, la intentona actual de la oligarquía financiera por desatar guerras genocidas en Sudamérica tiene su eje en Paraguay. Hoy los protagonistas políticos de esta maniobra son las fuerzas desplegadas bajo la supuesta fachada religiosa del lascivo reverendo Sun Myung Moon y el Fondo Mundial para la Naturaleza o WWF del príncipe Felipe, que son operaciones gemelas de inteligencia de los británicos dirigidas a aniquilar al Estado nacional e imponer la globalización fascista. La punta de lanza financiera de esta operación en Sudamérica es el Banco Santander de España, una fachada de los intereses que encubre su aliado bancario estratégico, el Royal Bank of Scotland: la mismísima casa real británica (ver recuadro).

LaRouche ha combatido por décadas a estas fuerzas y al poderío que las despliega, y ha sido decisivo en obstaculizar sus planes en Sudamérica y otras partes, como muestran los siguientes artículos. Es este conocimiento de ese campo de batalla el que le ofrecemos al lector en este informe.

Para ubicar la importancia estratégica de la batalla, identificamos cuatro aspectos principales que deben verse como dimensiones diferentes de un mismo proceso. Piensa en cada aspecto como capas diferentes del mapa histórico de la región. No consideres ninguna capa —ni siquiera la suma de las cuatro— como la verdadera operación en marcha; más bien concibe esa potencia histórica, esa fuerza del mal en el mundo que es el verdadero origen de cada una de ellas, lo que LaRouche ha identificado como los intereses financieros angloholandeses. ¿Cuál es la verdadera intención de esa potencia en la región? ¿Qué te dice eso de sus intenciones a nivel mundial? Y, ¿qué significaría para los intereses nacionales de los EU dejar al mando en Washington a Cheney y Rumsfeld, los títeres de dichos intereses?

1. La pista de las andanzas de Cheney en Paraguay

El 10 de junio tuvo lugar una reunión inaudita en Washington, D.C. Ese día el vicepresidente Dick Cheney se reunió en persona, largo y tendido, con el vicepresidente paraguayo Luis Castiglioni. Pero Paraguay es una nación relativamente pequeña y débil, de apenas 6 millones de habitantes, sin ningún significado estratégico aparente. ¿Qué había que justificara la intervención de Cheney?

Cheney estaba tomando medidas para redibujar el mapa político de Sudamérica, por primera vez en casi un siglo. Estaba negociando la construcción de una base militar estadounidense en territorio paraguayo, en el corazón de Sudamérica. En ese mismo viaje a Washington, Castiglioni también se reunió con Rumsfeld, quien le prometió visitar Paraguay en breve. Rumsfeld cumplió dos meses después, el 16 de agosto, para supervisar las primeras fases de las maniobras militares conjuntas (de 18 meses de duración) desde esa base. En público justifican la operación con el “coco” de un nuevo 11–S, afirmando que combatirá a los supuestos terroristas con nexos iraníes asentados en la zona de la Triple Frontera de Paraguay, Brasil y Argentina.

Como muestra el mapa 1, la proyectada base estadounidense está en Mariscal Estigarribia, en una región olvidada de Dios en Paraguay, donde ocurrió la sangrienta guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia en los 1930. La base está equipada para recibir pesados aviones militares de transporte, y puede albergar hasta 16.000 efectivos.

Cerca de la base también hay depósitos importantes de gas natural, tanto en Paraguay como al otro lado de la frontera, en Bolivia. Del lado boliviano los depósitos ubicados en la provincia separatista de Tarija son de los más grandes del mundo, y pueden conectarse al pozo Independencia I del lado paraguayo, a unos 96 km. Con esto es que los intereses financieros detrás de Cheney y Rumsfeld arman los típicos incidentes fronterizos.

Además, la zona está cerca del enorme Acuífero Guaraní, uno de los más grandes del mundo y un importante recurso natural en sí mismo. Abarca gran parte de la cuenca de los ríos Paraná y Paraguay, y cubre una superifice de unos 1,2 millones de kilómetros cuadrados: 70% ubicados en brasil, 19% en Argentina, 6% en Paraguay y 5% en Uruguay.






Tanto el Gobierno paraguayo como el estadounidense han negado que quieran establecer una base militar permanente de los EU en Mariscal Estigarribia, pero a pocos en la región convencen con sus palabras. Por ejemplo, el 25 de agosto el canciller brasileño Celso Amorim le dijo a la agencia noticiosa Reuters, en respuesta a una pregunta sobre el viaje de Rumsfeld a Paraguay: “La cosa es que todo fluya con mucha transparencia, que sus objetivos se conozcan con claridad”. A fines de julio, en una reunión con su contraparte uruguaya, Amorim dijo: “No vemos ningún motivo para que haya una basea militar estadounidense en esta región”.

Entre otras cosas, al Gobierno brasileño le preocupa que Washington pretenda meter cizaña con sus maniobras entre los miembros del Mercosur —Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay—, por su oposición a las políticas librecambistas británicas. Las Fuerzas Armadas brasileñas —siempre muy sensibles a amenazas potenciales a su soberanía en la región amazónica— decidieron realizar maniobras militares de envergadura a lo largo de su frontera con Paraguay, en sincronía con la llegada de las primeras tropas de los EU.

Bolivia encara la desintegración

Quizás el más alarmado sea Bolivia, que enfrenta ya la desintegración nacional por la polarización entre las fuerzas “izquierdistas”, centradas en las regiones productoras de coca del altiplano occidental, y las “derechistas”, con sede en las provincias sudorientales de Santa Cruz y Tarija, donde están la mayoría de los depósitos de hidrocarburos del país. Estas últimas hablan ya de secesión, una medida que impulsa de manera activa el American Enterprise Institute (AEI), el “Templo de la perdición” de los neoliberales en Washington, D.C., a través de los muy difundidos artículos de su escribano Mark Falcoff. Tanto en sus artículos como en entrevistas, Falcoff ha exhortado —como provocación— a las provincias de Santa Cruz y Tarija a separarse de Bolivia, formar un país independiente y aliarse con el vecino Chile.

Funcionarios bolivianos de alto nivel le han expresado a EIR su inquietud por la base de Mariscal Estigarribia, pues la ven como parte de una potencial intentona por apoderarse de recursos estratégicos, que podría implicar un despliegue de tropas supranacionales en apoyo a una nueva “República de Santa Cruz”. También los tiene consternados la visita del presidente paraguayo Nicanor Duarte a Chile el 29–31 de agosto, donde firmó acuerdos para establecer un puerto libre paraguayo en la ciudad chilena de Antofagasta, y habló de una nueva alianza estratégica entre ambos países. Duarte también manifestó su deseo de firmar un acuerdo de libre comercio con los EU, como el que éstos tienen con Chile. Los bolivianos no pueden menos que ver esto a la luz de la operación que hay para separar a Santa Cruz y Tarija (que comparten un manto gasífero con Paraguay) y fusionarlas a Chile.

Según los informes, Rumsfeld urdió todas estas provocaciones durante su visita a Paraguay el 16 de agosto.

Si a esto añadimos un intento de asesinato contra el presidente Chávez de Venezuela, ya sea en una operación que cuente con la venia de Cheney o por algún loco suelto que responda a la provocación calculada de Pat Robertson, toda Iberoamérica se iría al infierno. Estallarían guerras de izquierda contra derecha por todas partes, desatando terroristas de ambos bandos ideológicos por todas las Américas, incluso en los EU. Chávez tiene una ascendencia significativa entre la izquierda sudamericana, más a consecuencia de la miseria generada por las décadas de saqueo financiero en el continente, que por sus desplantes.

En estas circunstancias, Bolivia sería la primera en caer.

2. Tres siglos de guerras británicas contra Paraguay

Sin embargo, el susodicho mapa de la presente operación de Cheney no surge en un vacío histórico. Considera a su verdadero autor, en tanto colocamos una segunda capa histórica sobre nuestro cuadro preliminar.

El “teatro de guerra” de la andanza sudamericana de Cheney es la misma región paraguaya del Chaco donde hace 70 años tuvo lugar la cruenta guerra del Chaco de 1932–35, en la que murieron 40.000 paraguayos y 50.000 bolivianos. Para el fin de la guerra, los paraguayos no tenían más que niños para combatir. Ésta fue una guerra por los recursos tramada por los británicos, y en la que estuvieron implicados los intereses de la Standard Oil de Rockefeller, redes nazis alemanas en Bolivia y las unidades de explotación de la Royal Dutch Shell en Paraguay, donde todos codiciaban las riqueza en hidrocarburos del Chaco (ver artículo: Los angloholandeses instigaron la guerra del Chaco para robarse los recursos — Resumen ejecutivo de EIR núm.21, pág. 14).

Setenta años antes de eso, de 1865 a 1870, los intereses financieros angloholandeses habían apandillado a sus Gobiernos títere en Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay en la guerra de la Triple Alianza. Ese ejercicio de genocidio geopolítico masacró a casi 50% de la población; a 80% de todos los varones paraguayos, un horror demográfico del que el país aún no se recupera. Gran Bretaña justificó explícitamente la guerra, arguyendo que era necesario erradicar el proteccionismo económico de Paraguay e imponer la doctrina británica del libre cambio, la misma locura que el actual Presidente de Paraguay acaba de abrazar en Chile.

Para entonces, Paraguay era “la nación más poderosa del Nuevo Mundo, después de los EU”, según el entonces cónsul estadounidense en Paraguay. Para los 1850, Paraguay gozaba de autosuficiencia alimentaria, tenía una población totalmente alfabetizada y estaba industrializándose a un ritmo saludable. Y lo hizo con medidas económicas proteccionistas agresivas según el modelo del Sistema Americano de economía política de Alexander Hamilton, el histórico “enemigo número uno” de los financieros liberales angloholandeses.

Los jesuitas en Paraguay

Siglos antes, Paraguay también fue víctima de los “hooligans” desplegados por los británicos y los Habsburgo en traje de jesuitas, una orden nominalmente católica que por siglos ha servido como ariete del liberalismo aristotélico veneciano. En 1767 el rey español Carlos III (1759–88), un aliado de la Revolución Americana, expulsó a los jesuitas de todo el Imperio Español, aun de Paraguay, donde habían cobrado partidarios. ¿Cómo lograron esto los jesuitas? Basta ver citas del famoso relato de Federico Schiller de 1788, El gobierno jesuita en Paraguay:

El 12 de septiembre de 1759, en un encuentro que tuvo lugar en Paraguay como parte de la batalla entre los ejércitos unificados de España y Portugal y el ejército jesuita, dos europeos que habían luchado con denodada bravura se encontraban entre los indios cautivos. . . [Confesaron que] eran jesuitas. . .

Al registrarlos. . . se les encontró un librito. . . [con] los principios de la religión que la orden había tratado de implantar entre sus súbditos indios [como por ejemplo]. . .

“6. El valor se le da a los hombres para que puedan defenderse.

“7. El enemigo es el hombre blanco que viene de regiones distantes para librar la guerra, y está maldito de Dios.

“8. Los europeos, por ejemplo los españoles y los portugueses, son dicha gente maldita de Dios.

“10. Dios manda que exterminemos a sus enemigos y que avancemos en sus territorios a fin de exterminarlos.

“15. Dios favorece a quien desdeña los bienes mortales y está siempre presto a combatir al diabólico enemigo, que no hace cosa alguna con una mujer.

“20. El que sea causa de que nuestras armas se extiendan a Europa, tendrá muchas doncellas hermosas en el cielo.

“27. Se le deben entregar a los Kaus (sacerdotes jesuitas—Ndr.) todos los frutos de la tierra y todas las obras de los hombres”.

¿Suena como a una secta sexual gnóstica moderna? Eso tiene su razón de ser.

3. Moon se cierne sobre Sudamérica

Lo de la base Mariscal Estigarribia tiene otro aspecto curioso, una tercera capa: está a tiro de piedra de las enormes propiedades del reverendo Moon —un lunático doblacucharas como no hay dos— a lo largo de la frontera entre Paraguay y Brasil.

El reverendo Sun Myung Moon —coreano de nacimiento, pero agente angloamericano por convicción— es más conocido por presidir las bodas multitudinarias de sus ciegos adeptos, a quienes les dice cuándo y cómo consumar sus matrimonios. En sus pininos en los 1950, a Moon lo arrestaron varias veces en Corea del Norte y del Sur por practicar la innovación religiosa que con candidez llamaba “compartir la sangre sagrada”, o sea, siguiendo ritos de fertilidad paganos, el coito irrestricto del pastor con las féminas adeptas suyas.

En un discurso que dio en noviembre de 1996 en Buenos Aires, Argentina, con el ex presidente George H.W. Bush sentado a su lado, Moon regaló a los asistentes al banquete con una letanía de referencias sexuales y escatológicas: “Cuando van a defecar, ¿usan una máscara? Esto no es para reírse; es muy serio. Cuando eran niños, ¿se metieron el dedo en la nariz y probaron alguna vez el gusto de los mocos secos?. . . ¿Por qué no sintieron que era tan sucio? Probablemente porque es parte de su cuerpo”. Y concluyó refiriéndose a sí mismo en tercera persona: “El reverendo Moon ha descubierto algo que nadie más sabía”. Se sabe que a últimas fechas Moon alega hablar seguido con las almas de los muertos, entre ellas las de todos los presidentes de los EU.

En el mismo banquete, el ex presidente Bush alabó a Moon por su “prudencia y visión”, aunque no le agradeció en público los millones que le pagó por su presentación.

Pero, ¿es Moon simplemente otro loco disfrazado de clérigo? O, ¿tiene alguna otra afinidad (además de la locura) con los doblacucharas de Cheney? ¿Los despliega un mismo amo con un mismo fin?

EIR ha publicado bastante sobre Moon.[1] Aquí nos limitamos a repetir algunos aspectos salientes.

En 1954 Moon estableció su Iglesia de la Unificación, en conexión con la fundación de la Liga Anticomunista de los Pueblos Asiáticos. El primer abogado de Moon fue Robert Amory, subdirector de la CIA con Allen Dulles (el mismo Dulles que ayudó a mudar sectores enteros del aparato nazi a Sudamérica después de la Segunda Guerra Mundial, vía la notoria “línea de ratas”).[2] En 1957 el coronel sudcoreano Bo Hi Pak se unió a la Iglesia de la Unificación de Moon, y al año siguiente encabezó, junto con el grupo de Moon, una conferencia de fundación de la mentada Liga Mundial Anticomunista (WACL) en la Ciudad de México.

En 1980 Moon fundó otro grupo que era casi un apéndice de la WACL, la Confederación de Asociaciones para la Unidad de las Sociedades de América (CAUSA). Entre los agentes de Dulles del lado estadounidense de la WACL y CAUSA estaban William F. Buckley, Jr. y Ray Cline de la CIA. Muchos de los nazis que Dulles sacó de trampa de Europa tras la Segunda Guerra Mundial dirigían a CAUSA del lado iberoamericano.

Moon y CAUSA, junto con su aliado, el transplante nazi alemán Klaus Barbie, fueron protagónicos en urdir el notorio “golpe de la cocaína” de 1980 en Bolivia, que le abrió las puertas al narcotráfico en todo el continente. La mayoría de los coroneles implicados en el golpe eran miembros de CAUSA. Un mes después del golpe, el general Luis García Meza, quien asumió la presidencia de Bolivia, participó en Argentina en una reunión del brazo latinoamericano de la WACL.

Ahora regresemos a la capa moonie de la andanza de Cheney en Paraguay.

Golpe al corazón de Sudamérica

Desde mediados de los 1990 el reverendo Moon viene construyendo un imperio feudal a ambos lados de la frontera entre Paraguay (a unos 240 km de la base Mariscal Estigarribia) y Brasil, al otro lado del río (ver mapa 2). Empezó en 1995 con la compra de la hacienda Nueva Esperanza en Brasil, la cual es hoy el cuartel general de los moonies en la región, donde periódicamente organizan seminarios de 40 días de lavado cerebral con hasta 1.000 reclutas moonies extranjeros. Al mismo tiempo, compró tierras paraguayas al otro lado del río Paraguay, cerca de Fuerte Olimpo, y luego fue adquiriendo más en ambos países. Entonces, en el 2001, los moonies compraron un terreno enorme alrededor del puerto ribereño de Puerto Casado en Paraguay.

Hoy Moon posee la nada despreciable cantidad de 750.000 hectáreas de terreno en Paraguay, y otras 83.000 en el estado brasileño de Mato Grosso do Sul. En conjunto, las 833.000 de Moon en los dos países ¡son casi del tamaño de Líbano!

Pero el tamaño es lo de menos. Estas propiedades son casi contiguas, y todas están ubicadas a lo largo o muy cerca de la frontera entre Paraguay y Brasil. Su existencia misma es una amenaza a la soberanía de ambos países y al propio concepto del Estado nacional soberano.

En noviembre de 1999 César Zaduski, ex presidente de la Iglesia de la Unificación de Moon en Brasil y gerente general del proyecto Nueva Esperanza, le dijo al New York Times sin pelos en la lengua: “Lo que une a Sudamérica es el Mercosur”, en referencia a la alianza económica de Paraguay, Brasil, Argentina y Uruguay contra el librecambismo, misma que Cheney pretende quebrar. “Y, ¿cuál es el corazón del Mercosur? Esta región aquí, donde puede construirse un proyecto que rebasa las fronteras”.

O, como le dijo en febrero de 2002 el principal representante de Moon en el Mercosur, Kim Yoon Sang, a la revista brasileña Istoe: “Para nosotros, las fronteras no son importantes”.

El 18 de agosto de 2000 el propio Moon dio un discurso en un auditorio de las Naciones Unidas en Nueva York, en donde explicó: “Estoy comprando aproximadamente 1,2 millones de hectáreas de tierra fértil en los países sudamericanos del Mercosur, para compensar a los países por las tierras que pudieran perder en caso de que se establezcan zonas controladas por las Naciones Unidas” en su territorio.

Hacia fines de 1998 los servicios de seguridad e inteligencia de Brasil iniciaron una investigación sobre las actividades de Moon en Brasil, entre ellas contrabando, lavado de dinero, delitos migratorios y, según informes de prensa, posible narcotráfico. La cuestión de la soberanía era lo más importante. A mediados de 2001 hubo audiencias sobre el asunto en la legislatura estatal de Mato Grosso do Sul, y el general Sergio Ernesto Conforto, jefe del Comando Militar Occidental de Brasil, les dijo sin ambages a los legisladores, que “parece que [los moonies] quieren unir las dos regiones para abrir un acceso libre de un país al otro”.

En febrero de 2002 un juez brasileño le revocó el beneficio del secreto bancario a las diversas actividades de Moon en el país. Y el 6 de mayo de 2002 las autoridades allanaron las propiedades de Moon en Mato Grosso do Sul y en la ciudad industrial de São Paulo. Pero, el 9 de diciembre de 2002 la legislatura estatal de Mato Grosso, bajo presión, cerró la investigación alegando que, “ en vez de cerrar el estado a iniciativas tales como las del reverendo Moon, sería mejor examinar lo que tienen que ofrecer. . . [Podrían] llevar nuestra economía a niveles nunca antes soñados”.

Ahora muchos en Brasil dudan de la cordura de ese fallo, a la luz de los nexos de Moon con los despliegues amenazantes de Cheney y Rumsfeld a las puertas de Brasil.

4. El reverendo Moon y el príncipe Felipe: un amasiato ni tan insólito

Nuestra última capa nos lleva directo a la recámara de la reina Elizabeth del Reino Unido, donde encontramos a su consorte real el príncipe Felipe y su Fondo Mundial para la Naturaleza (también conocido como el Fondo Mundial para la Vida Silvestre o WWF) entrepiernado en un fuerte abrazo ecológico con el reverendo Moon.

La Universidad Sun Moon, la Fundación Washington Times y la Universidad de Bridgeport (Connecticut) —todas fachadas de los moonies— patrocinaron la reunión fundadora de la Conferencia Mundial sobre la Preservación y el Desarrollo Sustentable del Pantanal (CMPDS), que tuvo lugar en Washington, D.C., del 26 al 28 de febrero de 1999. También recibió financiamiento y apoyo de la organización no gubernamental germano–brasileña Ecotropica. El Pantanal es la mayor ciénaga del mundo, con unos 150.000 kilómetros cuadrados en lo alto de la cuenca del río Paraguay, y abarca partes de Brasil, Bolivia y Paraguay (ver mapa 2).

Los moonies, al igual que sus primos íntimos del WWF, están desplegados con todo para “salvar el Pantanal” de los horrores del desarrollo económico, y aprovechan este ardid para empantanar los odiados grandes proyectos de infraestructura (como la Grande Hidrovia, que uniría el sistema hídrico Paraná–Paraguay con el Amazonas, conectándolo a su vez con el río Orinoco, en el norte de Sudamérica) y para tratar de establecer un dominio supranacional en la región.

En suma, están entremetiéndose en el centro vital del futuro de Sudamérica.

En la primera conferencia de la CMPDS —cuyo objetivo declarado es “servir como catalizador de una gestión integrada [del Pantanal] que involucre a Brasil, Bolivia y Paraguay”—, el discurso magistral estuvo a cargo del presidente de la Universidad Sun Moon, Chung Hwang Kwak, quien explicó que la adquisición de la enorme hacienda de Nueva Esperanza en 1995 en el occidente de Brasil, fue el primer paso en este proceso de “defensa del Pantanal”.

Según el “Informe final” del doctor Thomas Ward de la Universidad de Bridgeport, en la conferencia participaron 120 personas de 41 naciones, recalcando la “necesidad de procurar planes de acción y estrategias transnacionales integradas” para el Pantanal. Como era predecible, el informe atacó “cualquier plan de desarrollo propuesto con beneficios económicos de corto plazo, pero con costos potencialmente colosales a largo plazo”.

En la segunda reunión de la CMPDS en octubre del mismo año, al mismo tiempo que Moon compraba tierras a diestra y siniestra en la zona del Pantanal, el “Informe final” fue aun más explícito en su declaración de guerra al desarrollo:

“3. Aunque quizás se hayan anulado megaproyectos como la Hydrovia (sic) en tanto proyectos integrales, pueden resurgir en la forma de proyectos de desarrollo parciales en una zona dada del Pantanal, lo cual podría luego precipitar otros adicionales en otras partes de la región. Con el tiempo, esto podría concretar cada vez más lo que dizque se había propuesto y evitado, en un plano más amplio”.

El “Informe final” también se deshace en elogios a las “ONGs como Ecotropica, [que] ha dado pasos importantes en la adquisición de tierras con el propósito explícito de proteger el Pantanal”.

Una de esas “adquisiciones de tierras” de Ecotropica es la Reserva Privada Acurizal, la cual, junto con las vecinas reservas protegidas de Penha y Doroche, forman un complejo con una superficie total de unas 55.000 hectáreas en el corazón del Pantanal brasileño, en el límite con Bolivia y Paraguay. Ahí, Ecotropica construyó instalaciones de “ecoturismo” en sociedad con el WWF de Brasil.

Es más, esta aliada de los moonies está en plena “asociación institucional” con el WWF de Brasil. La página de internet de este último anuncia con orgullo que abrió una “oficina en Corumbá, bien en el centro del Pantanal”, misma que, cosa curiosa, coincide con el sitio donde el reverendo Moon tiene uno de sus feudos clave en la región.

Así como el CMPDS de Moon se opone a “megaproyectos como la Hydrovia”, y las actividades de Ecotropica en defensa de lo que llaman “turismo amable” se remontan a 1988, el WWF también es explícito en que su objetivo en el Pantanal es “parar la construcción de la vía pluvial entre los ríos Paraguay y Paraná” como dice su sitio electrónico.

Ésta es, entonces, la amalgama de fuerzas desplegadas por los intereses financieros liberales angloholandeses para acabar con la soberanía nacional, apoderarse de los recursos naturales y parar por la fuerza cualquier medida que conduzca al veradero desarrollo económico de la región. En suma, están desplegados para hacer valer la globalización.

Por otro lado, la propuesta de construir la Gran Hidrovía, y la integración más amplia de las tres grandes sistemas hídricos de Sudamérica, no sólo abarca a fuerzas nacionalistas de Brasil, Bolivia y Paraguay, sino que cuenta con el impulso de Lyndon LaRouche desde hace más de dos décadas, como parte de su programa integral para la reconstrucción de Iberoamérica y del mundo.

Sin embargo, la idea de unir los sistemas Amazonas, Paraná–Paraguay y Orinoco se remonta en realidad a hace más de 200 años, desde que el gran amigo alemán de la Revolución Americana Alejandro de Humboldt la propuso en 1799.

De modo que, lo que las andanzas de Cheney y Rumsfeld en Sudamérica reflejan ahora es una guerra de siglos entre los intereses financieros liberales angloholandeses, por un lado, y la tradición de desarrollo económico del Sistema Americano de economía política —como la representaba la Revolución Americana, sus aliados internacionales como Humboldt, y Lyndon LaRouche hoy—, por el otro.

¿Que significaría entonces para el interés nacional de los EU, que se les permita a Cheney y Rumsfeld imperar en Washington ahora?


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