de recursos naturales en la historia de la humanidad
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Fundación Argentina de Ecología Científica
Este trabajo es una recopilación de datos que son de dominio público, aunque su difusión es muy limitada. Se han extractado grandes partes de libros y artículos publicados a lo largo de los años, cuyas referencias se dan al pie de cada capítulo. Sin embargo, la obra básica sobre el tema, en lengua Española, es el libro de Santiago Roque Alonso, "Cómo Funciona Real-mente el Mundo", publicado en Argentina por la Editorial Segunda Independencia ©, en junio de 2000. Aconsejo y aliento a los lectores a adquirir esta obra extraordinaria en librerías, o pedir informes a editorialsi@patriaargentina.org, o a editorialsi@uolsinectis.com.ar.
Primera Parte:
INTRODUCCIÓN
ORDENANDO LAS PIEZAS
LAS SIETE HERMANAS
COMPLOTS Y CONSPIRACIONES
GUERRAS Y DINERO MANDRAKE
DINASTÍAS DE BANQUEROS
Segunda Parte: (Publicado el Lunes 2 de mayo, 2005)
El Club de los 1001
La Familia Bronfman y la ADL
Terrorismo Internacional
El Círculo de la Droga
Hong Kong, Gran Bretaña, y China Comunista
Tercera Parte: (Publicado el Lunes 9 de mayo, 2005)
El Informe “Iron Mountain”
El Movimiento Ecologista
Hay Que “Podar” la Población
El Genocidio de Ruanda
Los Parques Nacionales – Vedados al Hombre
El memorando NSSM-200
Maurice Strong y el Fin del Mundo
CONCLUSIONES
El Informe 'Iron Mountain'
El Informe Iron Mountain toma su nombre del último lugar donde se reunió una comisión elegida por “alguien” en el gobierno de los Estados Unidos, aunque no hay pruebas de que realmente hay sido una operación del gobierno, sino de los “topos” del G300 infiltrados en el gobierno. Se diferencia de otros informes similarmente solicitados por la Casa Blanca, y otras agencias del gobierno (como el reciente caso del informe “solicitado por el Pentágono” advirtiendo sobre una inminente catástrofe climática), por no haber sido dado a publicidad por el gobierno que lo habría solicitado. El “Grupo de Estudio Especial” comprendía 15 personas que demoró unos dos años y medios en completarlo. El tema: “Factibilidad y Conveniencia de la Paz” [1]
El grupo representaba, de acuerdo al criterio del miembro del establishment que contrató al equipo de pensadores, los más altos niveles de erudición, experiencia, capacitación en todas las ciencias físicas y sociales. El contenido del informe, que pretendía ser “secreto”, se filtró al público gracias a uno de los miembros del grupo que no le parecieron correctas las conclusio-nes del informe. Contactó al editor del libro, el Sr. Leonard Lewin presentándose con el seudó-nimo de John Doe (o Juan Pérez). John Doe creía que la ente tenía el derecho de conocer el contenido del informe y lo que se estaba preparando contra ella.
Iron Mountain es una localidad del estado de Nueva York donde estaba ubicado el famoso refugio nuclear subterráneo que algún día usaría el gobierno de los Estados Unidos para refu-girarse en caso de un ataque nuclear. Fue decomisionado recientemente y convertido en museo de atracción turística. Cientos de compañías comerciales e industriales la utilizaban para poner a resguardo sus documentos críticos. Además, incluía sitio para las sedes alterna-tivas de muchas compañías, entre las que se destacan famosas firmas del establishment como Standard Oil de New Jersey, Shell y Manufacturers Hannover Trust.
Uno de los miembros del grupo, que actuaba como “contacto del gobierno” pagaba a los otros miembros todos sus gastos de traslado, viáticos, estadía, y otros gastos, con las instrucciones de que no debían informar al IRS (Departamento de Impuestos) de esos pagos, y que debían mantener secretas las deliberaciones del grupo y sus conclusiones. La primera reunión fue en agosto de 1963, pero había sido proyectada ya en 1961 por el equipo del gobierno entrante de Kennedy, de manera particular, por McNamara, Mc Georgy Bundy, y Dean Rusk”. La última reunión ocurrió en marzo de 1966.
Lewin prologó la publicación del informe haciendo notar que contenía presunciones y recomen-daciones escandalosas y ofensivas para el sentido común de la gente, en especial de los nor-teamericanos. El informe contiene nociones sobre que la pobreza no sólo es necesaria sino que es deseable; que la vuelta a la esclavitud como institución puede ser conveniente; y que sería necesario presupuestar el número óptimo de muertes anuales a ocurrir en las guerras. El informe dice que estas son prerrogativas legítimas de los gobiernos. Sin embargo, las verda-deras metas del informe no se detienen allí sino que se proyectan hacia la constitución de la sociedad en el futuro bajo un gobierno único mundial –algo que la actual Globalización está logrando.
La preocupación de los que encargaron el informe eran los problemas que debería encarar los Estados Unidos en caso de llegar a una época de no beligerancia, en donde las guerras ya no representarían el motivo del derroche de recursos que la banca internacional necesita para seguir al tope del mundo. El derroche es necesario para que los gobiernos necesiten dinero (que tomarán de los impuestos y de los bancos si el de los impuestos no alcanza), lo que hará que los bancos recurran a la mecánica del Dinero Mandrake, creado de la nada, sólo en base de promesas de pago que originan otras promesas de pago, hasta el infinito.
Era necesario saber lo que ocurriría si desaparecían las guerras, porque era vital para el “equilibrio social”, o la “estabilidad social.” Lo que esta gente considera la estabilidad social, como claramente lo describe el informe, es “la existencia necesaria de clases, con una clase pobre siempre en lo más bajo, y una clase alta, siempre en lo más alto.”
¿Por qué se consideraba probable el advenimiento de una peligrosa época sin guerras, que habían sido a lo largo de toda la historia la causa del ascenso al poder del G300? Las guerras tienen sus funciones económicas, y a pesar de que implica un derroche extraordinario, este derroche había tenido una utilidad social en la medida que el mismo se encuentra fuera del control de las fuerzas del mercado, y que por el contrario, está sujeto a un “control central arbi-trario.” Ese control se usa, por supuesto para decidir las políticas económicas de los países proveedores de materias primas y recursos naturales. La preocupación del G300 era que las guerras se estaban haciendo muy impopulares en todo el mundo, en especial en los Estados Unidos.
La guerra de su independencia parecía haber dejado a los norteamericanos con un profundo desagrado por la guerra, y Washington recomendó a su pueblo (y sus políticos) que se mantu-viesen apartados del as intrigas bélicas europeas., las que “no tienen lugar alguno en un país nuevo como el nuestro, que por primera vez en la historia de la humanidad fuera erigido para ser gobernado por el pueblo, para el beneficio del pueblo.” Y se podría añadir no para el bene-ficio de aquellos momentáneamente poderosos que gobernaban y que, de hecho, sería reem-plazados con frecuencia. Claro que eso estaba escrito en la Constitución de los Estados Uni-dos, y ese era el espíritu con el que fue cuidadosamente redactada por los “Padres Fundado-res” de la patria americana, Hamilton, Jefferson, Franklin, etc.
También la constitución Argentina contenía esos principios fundamentales de los Derechos Humanos recogidos por Alberdi y otros próceres (dado que fue copiada de la norteamericana) pero a lo largo de la historia fue también cuidadosamente reformada, mutilada y destrozada por los políticos de turno que no soportaban la idea de tener que “volver al llano” con las manos vacías, y la reformaron a gusto y medida para aprovechar su “mandato popular” y enriquecerse de la manera más vil y escandalosa que podamos concebir.
Por ello, el poder de entrar en guerra con alguien fue confiado al Congreso que representaba (entonces) a un electorado de muy variadas opiniones. La hecatombe de la Guerra Civil reno-vó el odio hacia la guerra de la gente común, para desazón de los poderosos que se habían enriquecido con los contratos de guerra para el gobierno. Así es que fueron necesarios muchas actividades conspirativas para lograr que los Estado Unidos entrara a la 1a Guerra Mundial, y esta guerra provocó un repudio mayor todavía que obligó a que los conspiradores tuviesen que trabajar más duro aún para conseguir el ingreso del país a la Segunda Guerra Mundial. Luego la guerra de Corea demostró que la gente común de los Estados Unidos no les convencía el asunto de ir a la guerra. No les convencía el argumento, irónicamente puesto por algunos pensadores sensatos, de que “la guerra es un buen negocio; invierta a su hijo”.
La guerra de Vietnam mostró muy claramente que en el pueblo americano estaba creciendo la convicción de que le estaba manipulando. Ello fue posible porque hubo una ganancia de con-ciencia histórica y un mayor acceso a la información y a la educación. La educación es un peli-gro enorme para el G300, sobre todo en los países que serán las víctimas del saqueo de sus recursos naturales. Así es que se infiltraron en todos los niveles e impulsaron las “reformas educativas” que llevaron a la destrucción del sistema educativo (efecto notable en Argentina) con programas de estudio que dificultan el aprendizaje de las materias básicas, útiles para el uso en actividades productivas, reemplazándolas con materias de “concientización ambiental,” que están destinadas a allanar el camino a las propuestas anti desarrollo, anti industrialización, y anti progreso económico.
El pueblo de Estados Unidos estaba harto de la guerra cuando dió su apoyo para la creación de las Naciones Unidas, en la creencia de que serviría para detener las guerras en todo el mundo. Sin embargo, todos los pueblos del mundo fueron embaucados una vez más por los poderosos, dado que se reconoce con absoluta claridad que las Naciones Unidas no son una institución que busca asegurar la Paz y la Libertad, sino que está encargada de adquirir poder y control polí-tico y militar sobre los pueblos del mundo en beneficio de las elites de poder que la crearon. El G300.
El analista político e historiador G. Edward Griffin, en su libro “The Creature of Jekyll Island,” de 1994 [2], señala que
“La respuesta consiste en que El Informe Iron Mountain fue ejecutado por encargo, no de soñadores de torres de marfil, sino por gente con responsabilidad oficial. Es el hijo intelectual del Consejo de Relaciones Internacionales (el CFR, de Rockefeller, Kissinger, etc) Asimismo, es indudable que las maniobras perfiladas en el informe ya se están implementando. Con tomar al informe en una mano y el periódico del día en la otra se llega la conclusión de que cada tendencia importante de la vida de los Estados Unidos se alinea con las recomendaciones contenidas en le informe.
Tantas cosas hasta ahora incomprensibles se vuelven claras como el agua; la ayuda externa, los derroches en materia de gastos, la destrucción de la industria norte-americana, un organismo para los empleos, el control de las armas de los civiles, una fuerza de policía nacional, la desaparición aparente del poderío soviético, un ejército de las Naciones Unidas, el desarme, un banco mundial, una moneda mundial, la en-trega de la independencia nacional mediante tratados y la histeria ecológica. El Informe Iron Mountain ya ha creado nuestro presente. En este momento está modelando nuestro futuro.
El movimiento ecologista no es nuevo, ni tiene sus orígenes en 1970 con la declaración del Día de la Tierra en Washington. Tampoco lo es el movimiento “conservacionista” que se atribuye la intención de “preservar” a la naturaleza fuera del alcance de los seres humanos. Algunos creen que el asunto del conservacionismo se remonta al veneciano Giammaría Ortes, que escribió un “ensayo sobre la población” del mismo tono sombrío que el de Thomas Malthus, quien lo plagió sin vergüenza alguna. También influyó Giammaría Ortes sobre el inglés Ber-nard Mandeville (1670-1733), quien afirmaba que “la bestialidad y el mal son el esta-do natural del hombre” – quizás por su experiencia personal de convivir entre los nobles ingleses. Ese enfoque tan poco acertado sobre la naturaleza humana prendió en algunos pen-sadores ingleses como Adam Smith, Jeremy Bentham, Thomas Hobbes, John Locke, y por supuesto, en Thomas Malthus.
La filosofía Ortes-Mandeville-Malthus deviene la base del pensamiento y del accionar de la Corona Británica desde entonces. Esa filosofía es la que guía, como ser, a la Sociedad Mont Pelerin, (fundada por el economista austríaco Friedrich von Hayek), que se expresa a través de boca de uno de sus guías espirituales, el “católico conservador” Michael Novak, cuando afirma que “Ningún orden humano inteligente… se puede administrar en base a los preceptos cristianos … Una economía libre … no puede ser una economía cristiana. La única posibilidad realista es construir una economía para peca-dores: la única mayoría moral.
Ni qué decir que este espíritu era el imperante entre las noblezas de Europa, desde la rusa, dando la vuelta por Grecia, Rumania, Austria-Hungría, Italia, España, Francia, pasando por las casas menores hasta terminar en la Británica. La elite real era la que por derecho divino era la dueña del mundo, y los vasallos apenas si tenían una “franquicia” real para realizar sus actividades. Lo que conocemos hoy como el G300 ya se había comenzado a gestar cuando las familias banqueras se elevan a un nivel de poder igual al de los reyes y emperadores, puesto que sin sus préstamos, los reinados e imperios no podían financiar ejércitos ni guerras.
Inglaterra ha sido la pionera en el tema “conservación”, entendiendo a este término como el de “conservar los recursos naturales y materias primas” para uso exclusivo de la Corona Británica. Ya se vio la manera en Inglaterra domina a la China a través de la introduc-ción del opio en su población, haciendo adictos a millones de chinos que, con la voluntad que-brada y su resistencia desaparecida, se convirtieron en mano de obra esclava. En la India como en el resto de las colonias en el Sudeste Asiático, se trabajaba para recibir la ración de “ganja,” el producto de la cannabis sativa, la marihuana, o hashis, según su concentración.
Para asegurar que la población nativa no consumiese (comer, alimentarse) recursos naturales que no les pertenecían por mandato divino (y decreto de la reina), los colonizadores se preocu-paron de que las poblaciones nativas de sus colonias no aumentaran en número. En África co-menzaron a crear “vedados” o “cotos de caza” privados a los que sólo los nobles ingleses po-dían ingresar, y demás miembros de la raza blanca sajona. Sucedía que las poblaciones nativas habían adquirido a lo largo de miles de años, la pésima costumbre de querer alimentarse y mantenerse vivos. Para ello debía cazar o recolectar (quienes eran lo bastante atrasados para mantenerse en esa etapa del desarrollo cultural) o cazar, recolectar, sembrar y cosechar, y eso no se podía permitir.
Para asegurar el mantenimiento de esos “vedados” se constituyó en la metrópoli una serie de organizaciones destinadas a explorar, y mantener sus territorios vedados. En 1826, cuando ya la teoría de Malthus era política oficial del Imperio y de la Compañía de las Indias Orientales, sir Stamford Raffles fundó a la Sociedad Zoológica de Londres. Raffles había sido virrey de la India y el fundador de Singapur. También inspiró la creación de la Sociedad Zoológica de Nueva York y Francfort. En 1930 se funda la Real Sociedad Geográfica, (Royal Geogra-phic Society), que patrocinó importantes expediciones coloniales al África, como las de Living-stone y Sir Richard Burton. Las juntas directivas de ambas sociedades casi no se diferencian entre sí y están formadas con abrumadora mayoría de nobles ingleses. El príncipe Felipe de Edimburgo, dueño y señor del WWF fue presidente de la SZL en los años 70.
En 1903 se funda a la Sociedad de Conservación de la Fauna y la Flora, (su nombre original era Sociedad de Conservación de la Fauna Silvestre del Imperio) es la segunda en antigüedad entre las organizaciones conservacionistas del Imperio, después de la Real So-ciedad para la Protección de las Aves, fundada en 1889. Su protección hacia las aves y otros bichitos no parece haberse extendido a la raza humana porque junto con la Real Socie-dad Eugenésica (la que propugna la pureza racial y las limpiezas étnicas al estilo Nazi) apa-drinaron la fundación de la Unión Internacional para la Conservación de la Natu-raleza (UICN) y al World Wildlife Funda. Desde su fundación su sede estuvo en el Zoológico de Londres y su patrona es la reina Isabel II.
El carácter político, lejos del afán conservacionista de estas organizaciones se manifiesta en sus jefes y directores: sus vicepersidentes fundadores, lores Milner, Grey, Cromer, Minto, y Cur-zon, fueron todos procónsules imperiales, en el África y la India. Sir Peter Scott, uno de los fundadores del WWF, y desde los años 60 hasta su muerte en 1989 fue presidente de Fauna y Flora, dijo una vez, “Ya que el Imperio en aquel entonces cubría cerca de una cuarta parte del globo, fue un buen punto de partida para la internacionali-zación del incipiente movimiento de conservación de la vida silvestre.”
El principal objetivo de Flora y Fauna era ampliar a todo el mundo el sistema de parques nacionales, para conseguir afianzar sus intenciones de dominar el territorio y preservar los recursos naturales para uso de la Corona. En 1933, 1938, y 1953 realizó conferencias para organizar nuevos parques. Su secretario, el coronel Stevenson-Hamilton fue el creador del Parque Nacional Kruger de Sudáfrica.
Más tarde, con licencia real se creó la organización llamada Conservación de la Naturale-za (Nature Conservancy), es uno de los cuarteo organismos de investigación del Consejo de la Reina. Esta organización fue una de las más poderosas operaciones encubiertas de posguerra que hiciera la Corona. El secretario permanente del presidente del Consejo de la Reina, Max Nicholson, redactó la legislación constituyente del Nature Conservancy. Se encargó también de trazar las principales estrategias y tácticas del movimiento ecologista mundial para las dé-cadas siguientes. Fue Nicholson quien inició la campaña contra el DDT que más tarde popula-rizara Rachel Carson; redactó la constitución del IUCN; organizó y presidió la comisión funda-dora del WWF en 1961; y eligió como primer presidente del WWF a sir Peter Scout. En 1970 publicó un libro sobre los orígenes del movimiento ecologistas de posguerra, cuyo subtítulo era muy sugestivo: “Guía para los nuevos amos de la Tierra.”
La IUCN, por sus siglas en inglés que significan Unión Internacional para la Conserva-ción de la Naturaleza, fue fundada en 1948 por Sir Julian Huxley, con una constitución redactada por el Ministerio de Relaciones Exteriores Británico (Foreign Office), está formal-mente vinculada la las Naciones Unidas, pero sin veeduría de ésta. El WWF se fundó inicial-mente para proveer la financiación del IUCN, y muchas de las comisiones de la IUCN están controladas por “Flora y Fauna”. La IUCN considera que su misión principal es la conserva-ción de la “biodiversidad”. Junto con el UNEP (Programa Ambiental de las Naciones Uni-das) y el World Resources Institute, la IUCN emprendió una “estrategia global de la biodiver-sidad”, que inspira y dirige los planes de conservación y entorpecimiento del desarrollo de muchas naciones.
Luego, será una sorpresa para muchos, pero la UNESCO, la Organización de las Naciones Uni-das para la Educación, la Ciencia y la Cultura, que fue fundada en 1946 por Sir Julian Huxley, define en su documento de fundación la doble misión de la UNESCO: popularizar la nece-sidad de la eugenesia, y proteger la vida silvestre mediante la creación de parques nacio-nales, especialmente en África. Entre las organizaciones sospechosas de impulsar la eugenesia, el control de la natalidad obligatorio, la reducción de la población, y otras aberraciones viene a continuación el Programa Ambiental de las Naciones Unidas (UNEP) formado en la conferen-cia de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente, de 1972, la nefasta Cumbre de Río, orga-nizada por Maurice Strong, también fundador del WWF.
La lista de organizaciones que fueron creadas para “proteger, defender, preservar, con-servar” al ambiente no tienen relación alguna con la intención o el propósito de “mejorar la condición humana”, sino con el definitivo propósito de deshacerse de la mayor cantidad posible de seres humanos, sobre todos de aquellos que no encuadran dentro de los aceptable por la definición eugenésica de “ser humano” de estas organizaciones. Las declaraciones de los miembros más conspicuos y respetados del movimiento ecologista a veces causan escalofríos, pero vale la pena recordar algunos ejemplos. Del Príncipe Felipe de Edimburgo se recuerda las frases:
Hay que “Podar” la poblaciónAl recibir el título honorario de la Universidad de Ontario Occidental, Canadá, 1º de julio de 1983:
-
Por ejemplo, el proyecto de la Organización Mundial de la Salud, para erradicar la malaria en Sri Lanka en los años de posguerra, consiguió ese objetivo. Pero ahora le problema es que Sri Lanka debe alimentar al triple de bocas, procurar el triple de empleos, y dar el triple de vivienda, energía educación, hospitales y tierra coloniza-ble para poder mantener el mismo nivel de vida. Con razón ha sufrido el ambiente natural y la vida silvestre de Sri Lanka. El hecho es que los programas de auxilio con las mejores intenciones tienen culpa de esos problemas, al menos en parte.”
De manera que, en la visión de Felipe, lo mejor no es realizar programas de ayuda bientencio-nados, sino que lo ideal para el ambiente sería impulsar programas dedicados a la elimina-ción de la mayor cantidad posible de seres humanos. Imbuidos de ese espíritu es que se lanzaron a la espantosa campaña de prohibir al DDT que había casi conseguido erradi-car la malaria en el mundo –a costa de tener que alimentar a más gente sana después. Pero, de dónde habré sacado yo esa idea tan maligna sobre el amor que Felipe le tiene a los seres humanos, en especial a los de piel amarronada oscura?
- “En caso de reencarnar, me gustaría volver como un virus mortífero, a fin de ayudar en algo a aliviar la sobrepoblación.” (Felipe de Edimburgo, en su prólogo a People As Animals, de Fleur Cowles, 1986.)
¿Por qué este espíritu tan poco cristiano? ¿Cuál es la causa para esta ausencia absoluta de bondad? Bertrand Russell, filósofo inglés ganador una vez del premio Nobel de la Paz –a pesar de haber enloquecido al pobre Winston Churchill con sus demandas para arrojar la Bomba Ató-mica sobre Moscú a poco de terminar la Segunda Guerra Mundial – en su libro, “The Impact of Science Upon Society, (El Impacto de la Ciencia Sobre la Sociedad) de 1953, pp. 102-104, nos hace saber que
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“Pero los malos tiempos, dice usted, son excepcionales y se los puede enfrentar con métodos excepcionales. Esto ha sido más o menos cierto durante la luna de miel del industrialismo, pero no seguirá siendo cierto a menos de que se disminuya enorme-mente el aumento de la población del mundo… La guerra, hasta ahora, no ha tenido un efecto muy grande en este aumento, que continuó a lo largo de las dos guerras mundiales, La guerra ha sido frustrante a este respecto… pero tal vez la guerra bac-teriológica resulte más efectiva. Si una vez en cada generación se propagase por el mundo una Peste Negra, los sobrevivientes podría procrear libremente sin llenar demasiado el mundo… Quizás el estado de cosas sea algo desagradable, pero ¿y qué? Las personas de veras nobles son indiferentes a la felicidad, especialmente la ajena.”
¿Será la “nobleza” del Príncipe Felipe la que le hace tan indiferente a la felicidad ajena –pero le hace preocuparse por la felicidad de los animalitos de la selva? No creo que Felipe se preocupe por los animalitos de la selva, dado que nunca ha dado pruebas de hacerlo. El WWF que fundó en 1961 no llevaba la intención de salvar animales de la extinción. En enero de 1961, meses antes de fundar al WWF, el príncipe Felipe causó una conmoción en los medios conservacionis-tas al haber estado casando tigres de Bengala en la India, en una expedición del Rajá de Jai-pur, y pocos días después, haber disparado sobre una rinoceronte con cría dejándola huérfana y destinada a morir de inanición. Para colmo, la rinoceronte era de una muy extraña especie en peligro de extinción, con sólo 250 ejemplares en todo el mundo.
La verdadera intención de la creación del WWF fue la de crear focos de desestabilización política en África, creando parque nacionales que sirvieran de refugio para las guerrillas de los diversos países Africanos. Precisamente, los guerrilleros Ruandeses que invadieron Ruanda causando la increíble y espantosa masacre de 1.500.000 de tutsis, partieron de los Par-ques Nacionales de los Gorilas, en Uganda, Virunga, (Zaire) y de los Volcanes (Ruanda), donde gozaban de la protección del WWF y, según acusa el Congreso Nacional Africano, el WWF les proveyó de material paramilitar (bazookas, Ak-47s, munición, granadas, etc) que habían transportado allí “para combatir a los cazadores furtivos de elefantes”.
El Genocidio de RuandaHasta abril de 1994, la población de Ruanda era de unos 7.200.000 habitantes. Para septiem-bre habían muerto ya más de 1.00.000. La Agencia de Desarrollo Internacional de EEUU calcula que 2,576.000 ruandeses fueron desplazados dentro de Ruanda. En esa cifra se incluye a 1,3 millones que se trasladaron a la antigua zona francesa de seguridad ubicada al sudoeste del país. Otras 2.333.000 personas están refugiadas fuera de Ruanda: 1.542.000 en Zaire, 210.000 en Burundi, 460.000 en Tanzania, y 10.500 en Uganda. Es decir, 5,799.000 perso-nas, el 80,6% de la población ha muerto o ha sido desarraigada. ¿Podríamos sos-pechar que el G300, Inglaterra y las Naciones Unidas tuvieron alguna responsabilidad en esta hecatombe? Si así no fuese, no se lo es-taría contando.
Ruanda fue aniquilada, despedazada; su población casi exterminada (aquí hubo genocidio, pero del serio), y fue obra del dictador de Uganda, Yoweri Museveni y de la Ministra de Fomento de Ultramar Británica, Lady Lynda Chalker. La tragedia de Ruanda no comenzó con el asesinato del presidente Juvenal Habyarimana el 6 de abril de 1994, sino con la invasión de Ruanda que, con el respaldo británico, realizó el alto mando del ejército Ugandés en octubre de 1990. Para una más detallada cronología de los hechos y la demostración de la participación británica en los horribles sucesos de 1994, ver el Apéndice 1: Ruanda.
Los Parques Nacionales – Vedados al Hombre
Examinar el mapa de sistemas parques naturales de África es una experiencia muy ins-tructiva. El tamaño total de estos parques y reservas naturales es sorprendente. El parque Kruger de Sudáfrica, por ejemplo, tiene una superficie igual a la del estado de Massachussets en EEEUU, mientras que el descomunal complejo de parques de Zambia es más grande Gran Bretaña. Pero lo significativo y alarmante es que los parques están situados en las fronteras entre dos y hasta tres naciones, que se juntan para formar parques bi y trinacionales que sobrepasan las fronteras.
Estos parques no están ubicados en esas regiones por cuestiones estéticas o de conveniencia ecológica o de conservación. A diferencia de Europa, donde las fronteras está generalmente demarcadas por bellas regiones montañosas y ríos, las fronteras de los países Africanos fueron dibujadas arbitrariamente por las potencia Europeas en sus conferencias imperiales. Inglate-rra es conocida por su afición a crear naciones nuevas y hacer desaparecer las viejas, según su conveniencia. Dos casos paradigmáticos recientes fueron el Estado de Israel y Kuwait, mien-tras que permanece indiferente ante el despedazamiento de otras naciones y su reparto entre los vecinos, como en el caso de Armenia.
No hay nada especial en las fronteras de los países Africanos que no se pueda encontrar al interior de los mismos. La ubicación de los parques nacionales en las regiones de frontera tiene el propósito bien definido: practicar el genocidio y la desestabilización de África.
La creación de parques nacionales y reservas en África muestra dos fases distintas. La primera es la fase de la preservación, el acceso a la cacería se restringió para que sólo pudieran cazar los miembros de elite colonial blanca, supuestamente para preservar el linaje de las especies preferidas para sus cacerías de trofeos. Las autoridades coloniales desalojaban a las poblaciones nativas de extensas regiones que declaraban “vedadas a la caza”, y se impedía a la población nativa que cazara para su subsistencia. Es la herencia normanda de la realeza inglesa, que recuerda a los bosques vedados de Sherwood donde Robin Hood supuestamente robaba a los ricos para entregarles a los pobres. Cuentos para niños. Pero la costumbre existía, y se transplantó a los nuevos dominios reales de África.
Después de Segunda Guerra Mundial se inició la segunda fase: la conservación. La cacería se fue prohibiendo para todos y la obsesión ritual que tenía la elite colonial por la cacería se reemplazó por gradualmente por una “conciencia ecológica” de adoración a Gaia. Los”parque nacionales” reemplazaron a las “reservas de caza,” y las Leicas, Rolleiflex y Nikon reemplaza-ron a los Mauser, las Purdey y los Holland & Holland. El 600 Nitro Express dejó paso a las 36 exposiciones, 35 mm, 100 ASA/21 DIN.
Los acuerdos y conferencias internacionales (realizadas en Europa entre las potencias colo-niales) llegaron a decidir la suerte de los nativos Africanos y su derecho a no cazar nada, ya que hasta se les prohibió el uso de redes y trampas tradicionales – aún fuera de los parques nacionales y “vedados”. Al mismo tiempo, se reafirmó el acuerdo conjunto previo entre las autoridades coloniales inglesas, alemanas, portuguesas, francesas, holandesas e italianas de prohibirles a los nativos el uso de las armas de fuego. Los parques y reserva naturales cons-tituidas por los acuerdos de 1900 y 1933 establecieron legalmente fronteras internas dentro de las colonias, que los nativos no pueden cruzar, con el pretexto de la conservación de la vida silvestre. Estas fronteras internas, que forman enclaves coloniales, continúan funcionando aún después de que las colonias obtuvieron su independencia.
Para poder comprender a fondo la farsa – y el fraude al público que aportó su dinero – que ha significado la creación y accionar del World Wide Fund, más tarde Worldwide Fund for Natu-re, o WWF como protector y salvador de animales en peligro de extinción, debería leer el Capítulo 16, de mi libro Ecología: Mitos y Fraudes, en este mismo sitio: WWF: World Wide Fraud?, donde se enterará sobre el Informe Marfil Negro, del cazador contratado por el WWF en 1972 para analizar el estado de la fauna de caza en Kenia y que, una vez entregado le costó tres días de palizas y torturas en la famosa comisaría de Langatta Road, en Nairobi, porque había descubierto que la familia del presidente Jomo Kenyatta era la principal involu-crada en la cacería ilegal y el tráfico de marfil y cuernos de rinoceronte a oriente. Conocerá que mientras Ian Parker recibía su paliza y amenazas de muerte para mantener la boca cerrada, el presidente internacional del WWF, Príncipe Bernardo de Holanda premiaba a Kenyatta con la Orden del Arca Dorada, especialmente creada para él, “por haber salvado al rinoceronte.”
Podrá leer las conclusiones del Informe del Profesor John Phillipson, de la Universidad de Oxford, cuando terminó una auditoría solicitada por el mismo WWF sobre la efectividad de la organización para desarrollar su misión “salvadora”. El informe Phillipson, un prolijo racconto de 252 páginas es cerrado con la conclusión de que lo menos que sabía y hacía el WWF era “salvar especies determinadas”.
También sabrá que en 1963, siete años antes de cambiar su informe por una paliza, el cazador profesional Ian Parker recibió el encargo del WWF de eliminar a 2500 elefantes de una región, y de paso liquidar a 4.000 hipopótamos en la misma operación. La excusa era la maltusiana de que “había que matar algunos para evitar que la sobrepoblación matase a toda la especie.” Quizás no sabía usted que la African Wildlife Leadership Foundation, funda-da por Russell Train, (ex administrador de la EPA), presidente del WWF de Estados Unidos, también contrató a Parker en 1975 (tres años después de la paliza histórica) para que mata-ra prácticamente a todos los elefantes de Ruanda, con el argumento dque los ruan-deses eran incapaces de proteger al mismo tiempo a los elefantes y a los gorilas de las monta-ñas.
Y qué diría si usted fuese ecologista (o conservacionista) honesto y bien intencionado, y se enterase de que el príncipe Felipe y su WWF premiaron en 1986 con una medalla de oro al ex mercenario rhodesiano Clem Coetzee por supervisar con éxito total la matanza de 44.000 elefantes en Zimbabwe, porque el WWF aducía que era necesario para proteger al am-biente. El director general del WWF, Dehaes, cuando entregó la medalla dijo que la “obra” de Coetzee era “un modelo para toda África.” En realidad, la matanza se hizo impulsada por un plan del FMI para liberar espacio para granjas que producirían carne para el mercado Común Europeo. En la primer feria, se descubrió que el ganado estaba enfermo de aftosa y los planes de la exportación de ganado se esfumaron para siempre. Pero Zimbabwe se quedó cargando la deuda con el FMI -y sin ningún elefante más.
De los 110 millones de dólares (libres de impuestos) que Felipe y su WWF habían recau-dado hasta 1980 para “salvar al rinoceronte”, se descubrió que sólo había invertido 118.533 francos suizos para hacerlo. En ese mismo lapso, la población de rinocerontes había declinado 95,5% gracias, en gran parte, a Jomo Kenyatta, su familia, y a los guardias del WWF del cráter del Ngorongoro. El WWF financió un programa de guardias en el cráter para proteger desde 1964 a los 108 rinocerontes que aún quedaban allí. Pero para 1981 sólo quedaban 20. Ninguna de las tres unidades de guardias militarizados había capturado a ningún cazador furtivo en años. Ese año de 1981, una testigo le dirigió una carta a la African Wildlife Leadership Foundation de Nairobi, que da algunas pistas sobre adonde fue a para el dinero del WWF y qué pasó en realidad con los rinocerontes:
La testigo informó en su carta que los guardias del WWF habían matado a dos mansos rinocerontes machos y malherido a una hembra, “todo a la luz del día”,. Y concluyó: “¿No es bastante claro lo que está pasando en el cráter?” También pregunto yo, “¿No es claro lo que está pasando con el WWF del príncipe Felipe, y el movimiento ecologista multinacional?
El Memorando NSSM-200
Cabe ahora mencionar el Memorando Secreto de Seguridad Nacional No. 200, emitido por Henry Kissinger y su Consejo de Seguridad Nacional en 1974, titulado “Implicancias del Crecimiento de la Poblacion Mundial para la Seguridad y los Intereses de los Estados Unidos,” que recomendaba dirigir un programa de reducción de la población de 13 países del Tercer Mundo productores de materia primas necesarias para los Estados Unidos. Kissinger indicaba en su escrito que
- “Cuánto más fácil serían los desembolsos para combatir la natalidad, que los destinados a incrementar la producción por medio de inversiones directas en irrigación, o proyectos para generar energía construir fábricas,…”
…que se requerirían si se permitiese el aumento de la población y un mayor nivel de vida en esos países. Las elites quieren reducir esas poblaciones del Tercer Mundo a un nivel de mera subsistencia, a fin de reducir al mínimo los costos de producir material primas en las tierras que intentan usurparles. En nombre de la ecología mundial –por supuesto.
Maurice Strong y el Fin del Mundo
Larry Abraham, publicó en 1993 un libro titulado The Greening (El Verdecer), donde hace revelaciones esclarecedoras e impresionantes sobre el movimiento ecologista y la amenaza que representa para la humanidad e, irónicamente, para el ambiente. Abraham nos habla de gente “peligrosa”. Naturalmente, todos los integrantes del G300 son peligrosos. No se deten-drán ante nada. Jamás lo han hecho. Nos relata Abraham que Daniel Wood, de la revista West, entrevistó en mayo 1990 a Maurice Strong. El espítiru de lo dicho en la entrevista se puede resumir en la conclusión que hace el mismo Strong: “La única manera de salvar al pla-neta de la destrucción es que las civilizaciones industrializadas se derrumben.
Dice Word que Strong imagina una novela que le gustaría escribir y le describe su argumento. En la trama de la novela, el Foro Económico Mundial se reúne en Davos, Suiza. Más de mil jefes de estados, primeros ministros, ministros de economía, y académicos de avanzada se reúnen para asistir a reuniones y fijar agendas económicas para el año entrante. “¿Qué ocurriría,” dice Strong, “si un pequeño grupo de estos líderes del mundo (funcionales del G300?) llegara a la conclusión de que el mayor riesgo que corre la Tierra proviene de las acciones de los países ricos? Y para que el mundo sobreviva, esos países ricos deberán firmar un tratado que reduzca su impacto sobre el medio ambiente, ¿Lo harán?”
Esto nos hace parar la oreja porque nos suena muy similar a toda la atmósfera que rodea a las catástrofes anunciadas por la Letanía Verde; inminentes y espantosos Apocalipsis que exterminarán a la vida sobre la Tierra -si la humanidad no hace lo que los políticos y científicos a sueldo del G300 dicen que tiene que hacer: derrumbar la civilización industrial. Firmar el Tratado de Kioto. Sigamos oyendo a Wood y su escalofriante entrevista con Maurice Strong:
Strong retoma su cuento. “La conclusión del grupo es 'no'. Los países ricos no lo harán. No cambiarán. Así que para salvar al planeta, el grupo decide: ¿No es cierto que la única esperanza del mundo es que las civilizaciones industrializadas se derrumben? ¿No somos responsables de lograr que eso ocurra?
“Este grupo de líderes del mundo,” continúa, “forma una sociedad secreta (el G300?) cuyo objeto es ocasionar un derrumbe económico… No son terroristas, son líderes mundiales. Se han ubicado en puestos claves de los mercados mundiales de productos y acciones de la bolsa… y maquinado una situación de pánico por medio de sus accesos a las bolsas de acciones, las computadoras y el abastecimiento del oro. Acto seguido, impiden que cierren los mercados de la bolsa del mundo. Atascan el engranaje. Contratan a mercenarios que toman como rehenes al resto de los líderes del mundo que ese encuentran en Davos. El mercado no puede cerrar. Los países ricos…” – Aquí Strong mueve sus dedos en el gesto de quien arroja por la ventana a una colilla de cigarrillo.
Wood permance hipnotizado frente a Strong. Aquí no se trata de cualquier relator de cuentos. Es Maurice Strong. Él conoce a esos líderes mundiales. De hecho, es presidente del adjunto del foro Económico Mundial. Se sienta en el centro mismo del poder. Está en condiciones de poder realizar lo que sueña. Es parte del G300 y puede convencer a sus amigos de hacerlo si así lo consideran necesario. Para peor, lo están haciendo. El Tratado de Kioto es la muestra.
Abraham llega a la conclusión de que el carácter megalómano de las ensoñaciones de Strong habla por sí solo; que se ha rodeado de un grupo de gente que cree en un cercano Apocalipsis y que a su alrededor está apareciendo un culto a la personalidad. Strong, nos dice Abraham, “forma parte de un grupo de elitistas terriblemente peligrosos, que realmente creen que son los reyes de los filósofos Platónicos. Sólo ellos son dignos de gobernar al mundo. Al fin y al cabo, sin su luz conductora 'nada podrá salvar a la humanidad de sí misma.”
CONCLUSIONES
Creo que el mundo podría estar enfrentando de verdad a un Apocalipsis cercano, pero no de carácter ambiental, no por un cambio del clima debido a un levísimo calentamiento. Tampoco sería un Apocalipsis un enfriamiento como el pronosticado para el año 2030, similar al de la Pequeña Edad de Hielo porque el hombre ha desarrollado tecnologías que le permitirán salir adelante, alimentando a la población del mundo con menos tierras que las disponibles ahora, por las que se perderán en las latitudes altas por un avance de los hielos.
El posible Apocalipsis podría venir sólo si los países que ya ratificaron al Protocolo de Kioto implementan de verdad las reducciones de dióxido de carbono a las que se han comprometido. Pero el Apocalipsis no sería “global” sino simplemente Europeo, porque los países del Tercer Mundo, esos llamados ahora “mercados emergentes” no tendrán una elevación de sus costos en la producción y abastecimiento de energía, y no perderán competitividad internacional sino que la ganarán ante los países que hayan decidido suicidarse económicamente, o como lo pone Strong, “derrumben su civilización industrial.”
Pero el tiempo dirá que sucederá –yo creo que no habrá ni un solo país que realmente reduzca sus emisiones y atente contra sus posibilidades de poder competir en los mercados del mundo. Nadie se pega un tiro en el pie antes de correr el Maratón – por lo menos si quiere ganarlo.
Pero la conclusión final es que el peligro proviene del G300, ese poder en las sombras que decide lo que comerá usted en el desayuno de la semana que viene – si es que ellos deciden que la semana que viene puede llegar, y que podemos elegir con qué desayunar. Que no es poca cosa.
En el Capítulo 2 del libro de Alan B. Jones, “Cómo Funciona Realmente el Mundo”, se analiza el libro escrito por Carroll Quigley “Tragedy and Hope,” donde afirma:
Todo el problema se reduce nada más que a dos palabras: Dinero y Poder, y a las que la combinación de ellas dan origen, codicia, avaricia, corrupción,… Es relevante escuchar lo que dijeron algunos Papas al respecto, en diversas encíclicas papales. Juan XXIII en su Mater et Magistra de 1961, cuando las cosas no habían llegado al punto actual:
“A la libertad de mercado ha sucedido la hegemonía económica; a la avaricia de lucro ha seguido la desenfrenada codicia del predominio; así toda la economía ha ser llegado a ser horriblemente dura, inexorable, cruel, determinando el servilismo de los poderes públicos a los intereses de grupo, y desembocando en el imperialismo internacional del dinero.”
Esto había sido ya descrito por el papa Pío XI en su dura encíclica Cuadragésimo Anno de 1931, que conmemoraba los 40 años de la famosa encíclica de León XIII, Rerum Novarum de 1891. En ambas encíclicas se dice que el capitalismo es un tipo de economía donde unos ponen el capital y otros el trabajo, y en las que “ni el capital puede subsistir sin el tra-bajo, ni el trabajo sin el capital,” lo que no es condenable en sí, ni tampoco de naturale-za viciosa. Pero que el capitalismo es condenable,
Pío XI define con claridad total lo que estaba sucediendo en 1931, y que había evolucionado desde la denuncia de León XIII hasta límites intolerables. Si era intolerable en 1931, ¿qué calificativo debería usarse para describir el estado actual de las cosas? Decía Pío XI:
“…dueños absolutos del dinero, gobiernan el crédito y lo distribuyen a su gusto; diríase que administran la sangre de la cual vive toda la economía, y que de tal modo tienen en sus manos, por decirlo así, el alma de la vida económica, que nadie podría respirar contra su voluntad.”
”La libre concurrencia se ha destruido a sí misma; la dictadura económica se ha adueñado del mercado libre; al deseo de lucro ha sucedido la desenfrenada ambición de poder; la economía toda se ha hecho horrendamente dura, cruel, atroz.”
Finalmente, nos dice Pío XI que en la lucha por el poder entre las naciones “manan dos ríos diversos: por un lado el 'nacionalismo' o también el 'imperialismo económico', y del otro el no menos funesto y execrable 'internacionalismo' o 'imperialismo internacional del dinero', para lo cual, donde se está bien, allí está la patria.”
El dominio de las políticas de cada una de las naciones y su diseño en base a los intereses de la banca internacional se basa en la aplicación de la llamada “Fórmula Rothschild,” que se atribuye el fundador de esa dinastía de banqueros Meyer Amschel, “Permítanme emitir y controlar la moneda de una nación, y no me preocuparé por quien haga las leyes.”
También el papa Paulo VI se ocupa de este problema que tiende a agravarse con el tiempo. En su Populorum Pregressio habla del capitalismo liberal diciendo:
“Pero por desgracia, sobre estas nuevas condiciones de la sociedad ha sido cons-truido un sistema que considera el lucro como el motor esencial del progreso eco-nómico; la competencia, como la ley suprema de la economía; la propiedad privada de los medios de producción, como un derecho absoluto, sin límites ni obligaciones sociales correspondientes.”
¿Qué podemos hacer para salvarnos del G300, su estructura dominante de las finanzas mun-diales y sus agendas políticas? En verdad, poco y nada. Primero, porque resulta muy difícil convencer a la gente de la existencia del G300, por otra parte porque la gente to-davía cree que podrá mejorar su nivel de vida de su familia, o la del país mediante un espe-ranzado voto que introduce en una urna. Sueños de niño! Como dice el Tango, “Despertá, Pierrot”, porque las cosas que no consigamos nosotros, no nos la regalará ningún poli-ticastro con la boca llena de truenos –que después resultan ser cuetes de pólvora mojada.
Pero sí podemos hacer que una de las más poderosas herramientas del G300 pierda su efi-cacia. Desconfíe del movimiento ecologista, en especial de las poderosas organizaciones que solicitan donaciones en efectivo para “salvar al mundo” – de inexistentes peligros. Instruya y eduque a sus hijos en el cuidado del ambiente, en el cuidado y protección de los animales, en la limpieza del entorno familiar y del vecindario. En respetar a sus seme-jantes, en especial a las personas mayores, a los necesitados y los desposeídos. Pero no permi-ta que le asusten con campañas alarmistas de horribles contaminantes en el aire, con espantosos cánceres que no tienen relación con los químicos que hay en el ambiente. En una palabra: desconfíe del “ecologismo de denuncia”. Algunos de ellos andan detrás de nuestras billeteras – los demás detrás del Poder Mundial Absoluto.
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Córdoba, 25 de abril de 2005
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